*** La Vida por un Paseo ***
- cavernico9
- 16 jun 2022
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JUSTIFICACION:
Esta publicación fue concebida para ser liberada en vísperas del 27SEP, sin embargo, ocurriendo el cese del impedimento de llegada de turistas al Imperio del Sol Naciente vigente desde 10JUN , se levanta el último de los grandes aislamientos que refrenaron la polución de Océanos y de la atmósfera durante veinticuatro meses de restricciones sanitarias.
Los kamis /espectros usurpadores de materia estarán gozosos de ´pescar´ nuevos cuerpos obnubilados por las ilusiones de Maia.
El Autor
PROLOGO:
A finales de Mayo, desperté balbuceando contestación a un interlocutor de un sueño que no terminaba de evanescerse.
“Pedro…Pedro… No recuerdo ahora su apellido… pero tú sabes a quien me refiero…”
Lo realmente importante a develar es por qué en ese momento y de esa forma, la musa Interdimensional me otorgó la inspiración para editar un relato que conduce a un inapelable aforismo de cuatro siglos de vigencia.
Si el lector se siente seducido por el aire fresco que impera en los exteriores déjese llevar por esta narración, pero si NO tiene suficiente tiempo para desperdiciar en paseos acceda al Epílogo y valide el ingenio de Pedro por cuenta propia.
Cap 01. CUZCO
ABR ´14
Entre los innumerables artilugios publicitarios de la industria local del turismo, podrían resumirse tres (03) como los embustes más burdos en orden ascendente:
Máncora, playa prístina.
Arequipa, ciudad custodiada por un volcán de cumbre nevada.
MAPI, sacro lugar de Los Andes para recibir el amanecer.
Quienes hayan realizado una visita plena, esto es antes de la reforma por turnos, podrán ratificar la veracidad de esta afirmación.
El horizonte despejado NO es posible avistar desde estratégica ubicación del sitio arqueológico.
Ese aspecto quedó relegado de la consideración de un joven de veintipocos años frente a la emoción de culminar una extenuante caminata de tres (03) días consecutivos dentro de la espesura de la floresta del Urubamba para acceder, por vez primera, al recinto lítico que ostentaba denominación de maravilla moderna.
El tramo final de la aventura había iniciado a las 4am bajo el amparo de una linterna que alternaba con la fosforescencia intermitente de luciérnagas que iluminaban los escalones de la montaña.
El ingreso estaba permitido desde las 7am, del otro lado de la puerta, una horda bulliciosa liquidaba la quietud de la paz natural. Un guía bilingüe lideraba cada grupo que se sucedían y alternaban para el recorrido de interpretación, completado el circuito, el servicio turístico culminaba con una fotografía grupal para finiquitar la hermandad forjada durante una semana de aventura.
La fotografía fue capturada a las 9AM. Minutos después ocurrió un fenómeno auspicioso:
El viento sopló alejando el colchón de nubes, imponiéndose INTI Tayta/ Padre SOL con un cálido haz que iluminó la plaza donde nos encontrábamos reunidos.
NOTA. Aquí corresponde adjuntar la captura de ese momento, encontrará la explicación al pie del título.
En ese momento, El Autor experimentó una sensación exultante, vigorizado por la oportunidad de La Luz se alejó del grupo para observar el panorama a distancia, antes de enrumbarse hacia el acceso al Machu Picchu/ Vieja Montaña, presenció lo que no podía relatarse sin extender antes el necesario contexto:
Una errante modelo de catálogo. (**)

Ella era una mujer que cumplía con el arquetipo europeo.- Piel blanca, cabello rubio, ojos claros, piernas largas y busto enhiesto.
Posaba de espaldas a una improvisada sesión fotográfica en la terraza – ahora prohibida para los golondrinos -
Primera sentada, luego de pie, una vez capturado su ángulo izquierdo prosiguió con el derecho, iniciaba con sobriedad y remataba con una amplia sonrisa directa a la cámara.
El fotógrafo no era su compañero ni había ofrecido sus servicios profesionales, tan solo un incauto visitante que había accedido amablemente a su pedido y empezaba a exasperarse al comprobar que la modelo no parecía satisfecha pues ni siquiera había revisado alguna captura.
Se mostraba ella bastante aplicada procurando preservar el momento para la posteridad desestimando su propia percepción sensorial. Parecía más empeñada en recordarlo después que presenciarlo en vivo, directo en alta definición y a plenitud.
Sin imaginar cuan ilustrativo y útil resultaría a futuro ese instante para su bagaje creativo, YO, prosiguió su camino dejando atrás a la solitaria modelo que ensayaba una nueva postura.
NOTAS:
(*) El momento descrito, así como todos los archivos fotográficos de esa visita yacen perdidos e irrecuperables debido a un infausto robo a mano armada perpetrado por dos raqueteros en motocicleta semanas después en Lima, La Horrible.
(**) Esta fotografía corresponde a una turista belga desaparecida en territorio peruano a inicios del año en curso. Hasta la fecha sus restos persisten NO habidos.
Para evitar la susceptibilidad por la inconveniente comparación, se solicita encarecidamente discreción.
Cap 02. SAN MARTIN 1
NOV ´15.
Mas allá de la pecaminosa vida nocturna de Tarapoto, discurre el Cumbaza, fuente de vida de pródigo ecosistema aprovechado por las comunidades nativas, criollos y colonos asentados en pueblos ribereños a ambas márgenes del río.
En esta ocasión me referiré a San Roque, lugar elegido para concentrar a una eufórica horda de deportistas, ávidos de nuevas aventuras en recónditos lugares del Perú.
El organizador era un individuo formado bajo la Ley del Derecho, quien había hallado en ese espacio natural un destello de vida para colorear su gris rutina abogadil.
No se le ocurrió mejor manera de compartir su dicha que aunar voluntades de autoridades y lugareños para dibujar una atractiva ruta dentro del monte por la que se adentrarían los foráneos que buscasen diversión de fin de semana fuera de Lima.

Por aquellos días, El Autor había sucumbido a la fiebre del circuito de Trail Running / Carreras de Senderos; sin importar cuan alejado estuviese el destino, él concurría a la convocatoria inclusive sin haberse inscrito como participante.
En la víspera del evento se precipitó un aguacero que convirtió el suelo en una capa fangosa, sucesivos charcos imposibles de superar sin el soporte de cuerdas habilitadas para no desbarrancarse durante el descenso, haciendo completamente inútil la suela de tracción del costoso calzado deportivo importado.
El Autor, aprovechó la oportunidad para adentrarse en terreno insólito quedando a la saga del pelotón de corredores, entreteniéndose más en el entorno que en superar a los demás extraviados; cuando la pausa se prolongaba demasiado, aceleraba el paso lo suficiente como para reencontrar a los rezagados.
En alguno de esos intervalos de silencio y contemplación en la penumbra del bosque, El Autor ´patinó´ hacia una quebrada, asió la cuerda que delimitaba el sendero, se aferró a ella para frenar la caída, su codo derecho impactó con una filuda roca provocándole un profundo corte del que emanaba abundante sangre, desapercibida por el color de la indumentaria deportiva.
Cuando la amenaza de infección mermó la diversión, aceleró el paso hasta dar a un claro del bosque donde aguardaba en posición de cacería el fotógrafo oficial del evento quien capturó el raudo paso indicando que restaba muy poco para completar.
En el estadio se respiraba algarabía y clima festivo.

La vencedora de la competición fue una pobladora, muchacha que calzaba modestas zapatillas de lona y suela de goma marca Tigre, quien fue capaz de cruzar el fangoso bosque sin desgraciarse mientras aceleraba el descenso.
Una vez completada la ruta de 21km, los corredores que ya habían atendido el gusto del placer, debían completar la segunda fase del evento: Consumir todo lo que el pueblo ofrecía a la venta.
El Autor, se conformó con una tajada de sandía como recompensa por salir del bosque airoso mas no ileso, se retiró al rio para enjuagar la sangrante herida, se entretenía limpiando los remanentes de lodo dentro del calzado cuando reparó en la presencia de un niño detrás suyo.
Lucía triste y apesadumbrado contemplando el discreto cauce.
“Este es el hábitat del picuro/majaz, sachavaca/tapir, carachupa/armadillo, sajino/Cerdo salvaje y huangana/jabalí… Ahora ha quedado arruinado por la marcha suya… ¿A dónde huirán nuestros animales?”
El corredor herido en su orgullo levantó la vista para comprobar si alguien más presenciaba la vergüenza de su rostro.
Un ser de apariencia angelical, de los más hermosos jamás vistos, yacía sentada sobre las rocas observando la escena con indulgencia.
Si no fuese por la oportuna presencia de esa bella criatura, El Autor hubiese recurrido a la verborrea para incidir en la ingenuidad del infante barajando su negligente irresponsabilidad, ignorando la fuente sobrenatural que se había manifestado en apariencia de un dulce niño.
Para dotar de un halo paranormal a este título, es menester precisar que ambos, desaparecieron de la vista después de capturar este momento.

Ambas efímeras apariciones coadyuvaron para develar y comprender las repercusiones del daño colateral que ocasiona UNO cuando se conduce en modo inconsciente por el sendero.
Cap 03. SAN MARTIN 2
Un testimonio acerca de cómo apreciar la deformación mental en la penumbra de una cueva.
AGO ´17.
Ocurrió en un intervalo de cuatro semanas cuando ofrendaba mi tiempo sin obtener retribución monetaria a cambio de la gozosa experiencia de vivir a la orilla de un río, apenas navegado por colonos y ocasionales visitantes de fin de semana.
Los sábados por la mañana, arribaban al puesto de control y vigilancia donde debían registrar sus datos personales, además de recibir una breve presentación de bienvenida resaltando las restricciones del libre albedrio y prohibiciones dentro del Área Natural Protegida.
Una tarea endilgada a mi entusiasmo juvenil ya que los guardaparques oficiales denostaban indiferencia por la industria de los paseos/Turismo pues no percibían incentivo alguno por la actividad.
No podía restringirse el ingreso a la zona de amortiguamiento del Parque Nacional pero si regularla.
"Con la plata baila el mono",
pertinaz aseveración.
Los turistas eran movilizados en botes, la orden de la Jefatura era que fuesen acompañados por un guardaparque como veedor de las normas; ocasión propicia aprovechada por El Autor.
Cada visita significaba una oportunidad para descubrir La Naturaleza desde un nuevo ángulo.
Esa mañana en singular, el itinerario conducía al grupo a una inmersión acuática dentro de una cueva en las entrañas del bosque.

El primer tramo de la aventura comprendía una caminata por la floresta, el grácil canto del pájaro ´piropero´ refrescaba el humor caldeado por el bochorno que exudaba el bosque.
Una vez reunidos en la boca de la gruta, encendimos las linternas fijadas sobre los cascos plásticos de protección, avanzábamos en fila india utilizando como pasamanos una gruesa cuerda de escalada fija para facilitar el descenso hacia las entrañas de la Tierra.
El líder del grupo invocaba templanza antes de proseguir con la inmersión acuática, la aventura se había tornado excitante pero no era apta para individuos con claustrofobia ni afecciones cardiacas, algunos se acobardaron y prefirieron retornar a la superficie, la mermada fila se adentró al agua braceando lentamente, enfrentándose al pavor que infundía el efecto sonoro de las filtraciones bajo la napa freática y sobre todo, la inseguridad de no poder asentar firmeza con los pies amen de la dependencia de un chaleco inflable para mantenerse a flote en la Oscuridad.
El líder compartió una anécdota que ahondó más la sombría atmósfera.
Una historia de un pasado reciente daba cuenta de una desgracia con desenlace fatal para un grupo de visitantes que, así como ellos ahora, se habían adentrado en las entrañas del monte sin imaginar que las fuertes precipitaciones en los Andes acarrearían un torrente subterráneo que fue contenido parcialmente por las cavidades de la cueva cuyo efecto de tapón provocó un fuerte desfogue que expulso roca, agua y cuerpos humanos hacia el cauce del río.
Los cuerpos jamás fueron hallados.
El breve relato causó desconcierto general, el líder insistió en señalar el vínculo entre los ecosistemas que subyace a la vista humana.
Todo en La Naturaleza se corresponde aunque, muchas veces sea imperceptible a nuestros sentidos aletargados por la radiación de pantallas y el incesante bombardeo de información innecesaria.
Para culminar la experiencia, el guía presionó el límite de la sensación de inseguridad con un ejercicio, pidió cesar la luz artificial de las linternas para agudizar los sentidos.
¿Cuánto tiempo es tolerable la sensación de inseguridad?
A continuación ocurrió el hecho que da forma y fondo al hilo conductor de la publicación:
Antes de retirarse había que preservar el momento en una instantánea.
Siendo todos ellos abonadores del paseo, el elegido como fotógrafo fue el guardaparque voluntario que redacta estas líneas.
Desde esa privilegiada posición pudo avistar algo más atemorizante que el entorno subterráneo:

Un escabroso proceso de metamorfosis entre las personas que posaban para la cámara ofreciendo una estirada mueca estática que, encontrándonos en un ambiente de penumbra, proyectaba hacia el exterior las sombras que residían en el interior de cada individuo.
Aquella impresión de los rostros distorsionados, acaso su estado real desenmascarado en las entrañas de La Tierra, generaría en adelante una aversión hacia el autorretrato.

Finalmente, culminó la visita, abordaron el bote, el guardaparque voluntario descendió en una playa seca y volvió al puesto de control donde compartiría la historia durante la sobremesa luego de la cena. Una vez satisfecho el apetito se retiraron a las habitaciones individuales, apagaron el motor que proveía parcial electricidad y conciliaron sueño; este fue interrumpido abruptamente cerca a la medianoche por el ruido de un motor que surcaba el río.
Los Guardaparques estaban estupefactos por la osadía del motorista en absoluto desacato de las normas de ingreso al área. No obstante, efectuar una interdicción resultaba contraproducente por el alto riesgo. Apenas generaron un reporte en el cuaderno de incidencias y aguardaron con impaciencia durante una hora hasta que el bote navegó corriente abajo.
Al amanecer, nos enteraríamos lo que había ocurrido.
Le aseguro, amable lector, que Usted jamás adivinaría la justificación:

Sucedió que mientras se preparaba el retorno al albergue, uno de los visitantes había olvidado su equipo celular en el acceso de la gruta y se negaba a pasar la noche conciliando la incertidumbre que no podría recuperarlo con luz diurna.
El líder explorador se vio obligado a conminar al motorista en temeraria misión de rescate.
Es menester precisar una salvedad que EL AUTOR, decidió obviar convenientemente hasta este punto:
Mientras los visitantes registraban sus datos, el gestor que había contratado los servicios del operador turístico nos hizo saber que se trataba de un público A1, muy exigente y acaudalado, bastante acomodaticio, conservador, exclusivo, ósea, personas déspotas acostumbradas a imponer su voluntad para concretar sus caprichos en desmedro de los desfavorecidos.
¿Ahora comprende a qué se refería EL AUTOR, cuando describió las sombras proyectadas desde su interior?

La lección de La Madre Naturaleza acontecería antes de su retorno a Lima.
Atendiendo el capricho de otro pasajero exclusivo, retrasaron una visita a una catarata, con la visibilidad restringida por la noche, el motorista perdió control en un rápido, impactaron una roca, la embarcación se volcó y todos los ocupantes a bordo fueron arrastrados por la corriente del río.
Todos sobrevivieron con un gran susto y la rabadilla empapada bajo la Luz de Nantú/Luna.
CAP 04. NAZCA.
Este título comprende una experiencia extraordinaria a lo largo de +90días en el desierto a donde concurrieron un grupo de jóvenes universitarios, estudiantes de ingeniería ambiental, ecoturismo, biología, además de dos extraviados.
Ambos compartían el nombre de pila.
El primero se presentó como un estudiante de la facultad de comunicaciones de la decana Mayor de San Marcos, dijo estar matriculado en 6to, 7mo y 8vo ciclo en simultáneo, causando la impresión que, o era un notable prodigio o un estudiante mediocre y eterno, inhabilitado para graduarse porque arrastraba créditos desaprobados.
El Jefe le pidió que explicase cuan pertinente resultaría su formación profesional en la gestión del Área Natural a lo que este respondió citando a Lizardo Kapuscinski como sólida fuente de inspiración para el ético ejercicio de difusión aunque, semanas después, confesaría que no conseguía recordar ¿Quién, Cuándo y Por qué? había sugerido leer al referido autor polaco, cosa que tampoco hizo.
Fue el turno del segundo outsider/forastero, el mayor entre el grupo, el único que no había recibido instrucción universitaria, por ende, un impertinente ignorante que deshacía argumentos falaces con preguntas incómodas.
Para sustentar el propósito de su estancia habló así:
Busco ampliar mi capacidad humana y ponerla al servicio de manera voluntaria.
Muy bien, el breve ejercicio de psicología conductual había servido al Jefe para intuir la personalidad de cada postulante y así distribuirlos en dos puestos de control.
El uno, existía solo en planos, en medio del hábitat de los guanacos y las torres y redes de transmisión de la Trasnacional Colombiana que financiaba los gastos y manutención de los recién llegados; el segundo, que era el fundacional, muy cerca de los acantilados y el Océano.
Ambos, el comunicador y el ignorante, fueron seleccionados para quedarse cerca al Océano para asistir a tres niñas procedentes de las frías tierras del Sur en su labor de monitoreo biológico, esto es, apuntar sobre papel la cantidad de especímenes que el compañero enumera observando a través de un binocular, en un ejercicio que se repetía mensualmente.
Aunque insulso, el verdadero incentivo era el traslado hacia los apartados lugares donde anidaba la fauna salvaje lejos de la invasiva presencia humana.
El resto de los días había que justificar presencia y ganarse el sustento en actividades banales: Turnos rotativos para hacerse cargo de la cocina, acarreo y pintado de piedras para demarcar y señalizar el camino de acceso, despertar antes del amanecer para efectuar control de ingreso a los vehículos que transportaban a los pescadores reconvertidos en colectores de algas por el conveniente beneficio que ofrecían las exportaciones hacia China y, hacerse cargo de la disposición final de los residuos orgánicos, cavando hoyos para sepultarlos suficientemente hondo para evitar que los hambrientos zorros ocasionasen un desastre, -como efectivamente ocurrió por la impericia de los novatos- originando una plaga focalizada de moscas en el desierto.
De otro lado, la más valiosa actividad acontecía cada tres semanas: Un vetusto camión entregaba un ´cubo´ de agua potable, cortesía de los mineros informales -mal llamados artesanales – que extraen Oro del predominante macizo venerado como Apu Huricangana.
La suma de todas estas experiencias, coadyuvaría a El Autor a inquirirse:
¿Para qué estamos aquí?
Una pregunta de implicancia existencial necesaria de extrapolar al quehacer diario para sincerarse y dosificar prioridades.
Conforme transcurrieron los días fue suscitando una dinámica inherente a la condición humana: La competencia para atraer al sexo opuesto, viéndose disminuido el joven comunicador por las burlas de la jauría de machos, en alusión a su evidente conducta amanerada.
Una noche, hastiado del acoso, desafió a un abusador avalentonado por la penumbra de la habitación sin electricidad.
Desde entonces surgió una rivalidad que demandaba proezas para evitar quedar por debajo del estándar de virilidad, esta competencia fue potenciada por la llegada de una bella joven de senos enhiestos proveniente el Reino “Rupa-Rupa” quien alborotó la efervescencia hormonal ya caldeada por las altas temperaturas de un desierto sin sombras.
Los guardaparques oficiales conocían bien y respetaban mutuamente sus aptitudes, el líder era capaz de conducir la moto lineal a través de las dunas sin derrapar. El segundo a cargo podía mantenerse a flote y surfear las olas sin necesidad de tablas.
El Autor era el indiscutible vencedor en las carreras de corta y media distancia, para larga distancia no se presentó retador alguno.
En admirable acto de valentía y coraje, el joven pupilo Kapuccino, fue el primero en descender el acantilado como un experimentado del cañonismo. Una vez en el Mar, hizo gala del sobrenombre selvático buchi zapa / panzón para lucirse a nado, imitando a un osezno de lobo de mar, braceando ida y vuelta más allá del riesgo límite de la aventura.
Los días posteriores hicieron semanas y estas formaron un par de meses cuando ocurrió la primera gran crisis a la armonía de la convivencia:
Desabastecimiento, tanto de líquido como de alimento.
El guardaparque encargado elevó la alerta a la Jefatura pero la respuesta no fue inmediata, debimos racionar recursos, esto implicaba disminuir la ración del ´rancho´, cesar de lavar la ropa interior y reducir al mínimo la cuota de papel higiénico.
Luego de la deposición, el ocupante debía ser muy preciso para una limpieza eficaz y rápido para privar a las moscas de un festín cubriendo sus heces con una porción de cal.
Los ánimos estaban alterados porque la olla común carecía de frutas y verduras además del insoportable hedor luego de una extenuante jornada bajo lacerante radiación privando el deseo de un duchazo, además de la vergüenza de recibir a los visitantes de los fines de semana con una sonrisa por delante y por detrás, con el sello indeleble del mal aseo.
El día del abastecimiento ocurrió algo memorable:
Cuando avizoramos la camioneta en lo alto de las dunas, la algarabía se extendió interrumpiendo las actividades para recibirlos con gratitud. El jefe llevó un par de pollos muertos, un cooler/enfriador cargado de cervezas y hamburguesas congeladas, dulces, golosinas, frutas exóticas (piña y sandía) pero entre todas las mercancías, el bien más preciado fue acaparado por el panzón quien cayó de rodillas y abrazó contra sus mamas la plancha de papel higiénico y con ese solo acto, arrojó al abismo todo el respeto que por indulgencia varonil se le había concedido.
En ese momento descubrimos al usuario anónimo causante del desperdicio revistiendo de papel higiénico el asiento de plástico sobre el cajón de cal.
Aunque a él, poco y nada pareció importarle las burlas en comparación al suave confort que encontraría en su próximo turno al baño.
Días previos a la mudanza al otro puesto de control, por orden den Jefe, el ignorante acompañó al guardaparque oficial en un patrullaje extraordinario hacia el sector limítrofe norte de la Reserva Nacional.
Sus sentidos fueron gratamente asombrados con paisajes insólitos a veces marcianos, otros lunares, los más, idílicos vistazos del génesis de la vida por debajo de la bruma.

Ocurrió entonces un suceso intrigante:
Al encaramarse al acantilado, una siniestra voz penetró por el oído una nefasta idea que evolucionó desde un pérfido susurro hasta convertirse en un vociferador:
¡SALTA!
Tres veces lo tentó al suicidio y las tres veces, Cavernicola Autor, resistió, venció la tentación y se retiró no con poco embargo por el susto de la súbita arremetida de un impulso ajeno y desconocido.
¿Cuál fuese el origen de este hecho?
Habría que aguardar 40 meses para desentrañarlo.
CAP 05. NIHON
AGO´21.
Fíjese una meta, y no se detenga hasta cumplirla, comprométase hasta el extremo de obcecarse y desentenderse de todo lo que no esté vinculado al propósito; una vez cumplido el anhelo, compruebe que el deseo se esfuma dejando lugar a una sensación decepcionante…
¿A quién no le ocurrió alguna vez?
En este breve ejercicio intervienen el poder de la atracción, singular fuerza que rige al Kosmos; y un rasgo conductual muy común del género humano, el incesante trinomio deseo-capricho-insatisfacción.
Es pertinente citar como evidencia el pleno discernimiento que alcanzó Buddha Gautama cuando procuró liberar a La Humanidad del sufrimiento a través de sus enseñanzas:
Nada tiene mayor importancia que la que decides concederle.
No creas hasta que lo compruebes.
La liberación se alcanza con el cese de todo deseo.
Este título nos conduce a la ciudad enclavada a los pies de la montaña más sagrada de NIHON: Fuji-san. Un estrato volcán de bella forma cónica que se erige como el más ostentoso desafío para oriundos y foráneos durante la breve temporada de escalada de ocho semanas vigente apenas disipada la temporada de lluvias monzónicas que abarca todo el mes #06.

El núcleo del relato aconteció el día 28AGO, último fin de semana de la temporada de alpinismo cuando se cumplió el añorado deseo de coronar la cumbre más alta del archipiélago japonés.
Para ello, El Autor aceptó una propuesta de trabajo eventual/Arubaito que implicaba mudarse a la ciudad reconocida como foco fabril de la industria del papel.
La oferta inicial de la empresa contratista era colocarlo en una de las tantas fábricas papeleras como operario de máquina, hasta que se liberase una vacante, se ocuparía temporalmente en una empresa de distribución de mercadería para las droguerías de la ciudad.
El inmenso hangar está situado en la falda del volcán, ninguna ruta de transporte púbico abarcaba esa zona y la estación de tren más cercana distaba +5km. Para llegar andando se requieren 70´, en vehículo propio (bicicleta 40´ o automóvil 10´)
El primer día de servicio fue conducido al lugar por la contratista mujer quien aprovechó el tedio de un trayecto sin tráfico para ahondar en la entrevista personal. Ella deseaba saber más acerca del joven desempleado que había recalado en sus tentáculos de influencia; conociendo sus intereses, gustos, vicios y desviaciones tendría una ventaja mayor para someterlo a la cautividad de adelantos de sueldo y préstamos y así coaccionarlo a producir ingresos siete días sin descanso a cambio de un porcentaje castigado con su comisión por la colocación. De ese manera, la mujer había reclutado a una fuerza laboral leal compuesta por ilegales inmigrantes suramericanos que durante veinticinco años le granjeaban un ingreso fijo, escalable sin riesgo de abandono ni deserción.
“Dime, Cavernicola,
¿Qué te gusta hacer? ¿Qué te gusta comer?
Esta ciudad, es céntrica y todo está al alcance…
Solo dime qué es lo que te gusta, Yo puedo orientarte…
hace treinta años que estoy aquí...”
El vehículo ya había remontado la última cuesta del recorrido, después del Parque de Atletismo y el templo sintoísta, la autopista se extendía en planicie hasta la oficina del servicio postal/ Yubinkyo.
Ella ignoraba que la ventaja la poseía muchacho quien sabía bien que el origen de su cojera era la angurria; él estaba dispuesto a decir lo que ella deseaba oír, a excepción de algo innegociable, el preciado descanso de 24 horas.
“Hábleme de esa montaña.” – dijo el joven levantando el índice hacia el Este.
“!Ajá! Ese es Fuji-san , por supuesto… La montaña más alta de por aquí… creo que mide 4Mil mts +o_
En los últimos 30 años, ¿Cuántas veces ha subido?
Una y fue suficiente.
¡Qué bien! ¿Qué tal la vista desde la cumbre?
¿Cómo voy a saberlo? Mi esposo me llevó de paseo en automóvil hasta una laguna…Allí termina el camino…Solo se puede seguir a pie…
Esa es la mejor manera, andar hasta donde nos lleven los pies…Debería intentarlo aunque fuese una sola vez…
¡JAJAJA! No lo creo… Tú eres joven, también deberías visitarlo…Los domingos circulan los buses hacia allá…Yo te mostraré cual es el paradero…
No me he dejado entender… Llegaré a la cumbre…
¿Caminando?
Así es
Pero qué cosa dices, muchacho… No es buena idea… Deja eso para los japoneses y los extranjeros profesionales… Esa aventura no es cosa de juego….
Eso ya lo sé...
Cada año rescatan cuerpos de quienes murieron en su intento de alcanzar la cumbre sin estar debidamente preparados…
Eso no me atemoriza….
Déjame decirte algo más…. Hace unos años, ese asiento donde estás ahora fue ocupado por un joven colombiano…Ya me olvidé su nombre…. Creo que se llamaba Andrés... Igual de entusiasta…. También emigró solo... separado de su familia…. También gustaba de las aventuras…. Un día me avisó que subiría la montaña…. Le advertí no lo hiciera…. Le dije que era peligroso…. Hice lo que pude para desanimarlo…. Pero no me escuchó y jamás volvió…. Murió allá arriba…. ¿Oíste bien, Cavernicola? El colombiano se perdió y murió de hipotermia por exceso de confianza y subestimar el peligro…. Haga caso y preserva tu vida aquí abajo….
Ya lo veremos (Voz para sus adentros)
Desde aquella conversación introductoria en la planicie, transcurrieron tres semanas en las que el clima persistía inclemente para conceder un buen ascenso, decidí aguardar hasta el final de la temporada temiendo que la oportunidad no ocurriese.
Al final de una jornada laboral para el olvido, un jueves de miércoles, mientras caminaba de regreso al apato, oí una voz que me susurró al oído:
“Fíjate en el pronóstico del clima”
Me acerqué a una kombini / tienda de conveniencia del vecindario donde podía conectarme a la señal abierta para navegar por internet. El resultado de la consulta fue espléndido, una única ventana de benigno clima ´se abriría´ el día sábado.
La añorada oportunidad se había presentado por benevolencia divina en atención a las súplicas diarias. ¿Cómo, pues, desaprovecharla?
Desde aquel instante, el tiempo quedó recortado, en un santiamén se hizo medianoche y todavía estaba despierto preparando el certero golpe que asestaría al Amanecer:
Me presentaría al trabajo, firmaría puntualmente la ficha de ingreso, comunicaría a la contratista que me retiraría al mediodía y no me presentaría al día siguiente, minimizaría su protesta e ignoraría su amenaza de despido, saldría del hangar y correría cuesta abajo durante 25´, compraría una linterna a pilas recargables y una caña larga de bambú en el SuperMercado, volvería al apato, cocinaría rápidamente el alimento de supervivencia, tomaría un duchazo, cargaría la mochila empacada en la víspera, caminaría hasta el paradero, esperaría por el único bus de conexión a la estación donde abordaría el tren hacia Gotemba, ciudad donde conseguiría un bus lanzadera hacia la 5ta Estación, inicio de la ruta #4 de escalada.
Ese era el plan original que se completó con eficacia hasta las 13:45horas, momento en que contemplaba la roja montaña en perfecto contraste con el despejado cielo azul, El Autor confiesa doble arrepentimiento, por no haber capturado ese instante para la posteridad y porque esa distracción indujo a error que suscitaría una seria de hechos irreversibles. A saber:

Abordó bus equivocado que lo condujo a otra estación de tren. El error quedaría en la anécdota si hubiese aceptado el yerro con una sonrisa y abordase el bus lanzadera hacia FujinoMiya, la ruta de ascenso #2 pero el capricho se impuso con la soberbia y preferí ignorar la última invitación del conductor del bus, desperdicié 30´esperando el tren hacia Gotemba, tiempo suficiente para perder el bus lanzadera de esa ruta, en el colmo de la necedad, el EGO exigía una gesta maximalista, ¡Pretendía cubrir a pie la distancia hacia la 5ta estación!
El personal del mostrador informativo dijo que era tan temerario como imposible, ya que existía una tranquera que restringía el acceso desde las 17horas y restaban menos de dos horas.
Se presentó un transeúnte local que intuyó mi desesperación, con la habilidad del inglés fluente me hizo saber que solo restaba una opción para salvar del fracaso, debíamos correr para no perder un bus comunitario cuyo recorrido interceptaría al bus lanzadera.
Me entregó un mapa informativo marcando el paradero #72 como destino final, garabateó su número telefónico al reverso y me despidió deseando éxito.
El problema con ejecutar acciones precipitadamente es que UNO malentiende u omite instrucciones críticas. Así ocurrió cuando llegué al paradero #72 e ingresé a una kombini para consultar la ubicación en el mapa, aproveché la ocasión para ingerir una merienda y en ese ínterin perdí la conexión con el bus lanzadera de la ruta de escalada #3 SubaShiri cuyo paradero se hizo visible al otro lado de la berma.
Entonces procedimos (en plural, porque otro despistado aventurero se hallaba en la misma situación de irresponsable extravío) a enmendar contraviniendo lo que el noble ciudadano bilingüe bregó por evitar: Caminar 16 km hacia la 5ta Estación!
Empezamos a remontar el empinado caminado asfaltado a las 19horas, por sobre la copa arbórea una luna menguante iluminaba la Oscuridad que aletargó mis sentidos hasta la somnolencia. Hicimos tres descansos para hidratarnos, en cada uno me sentí más próximo a Morfeo que al propósito.
Cuando finalmente llegamos a la 5ta estación, el minutero despuntaba de las 23horas, nos detuvimos para avituallar sobre mesas y bancas dispuestas en el camino empedrado del boulevard turístico.
Mi compañero, un portentoso marinero de la flota americana, estaba excitado por el inicio de la aventura, en contraste, mis energías estaban sumamente mermadas por la seguidilla de apuros en las últimas 24 horas, por vez primera, me sentía incapaz de acometer actividad física, me recosté sobre la mesa para ensayar una siesta de rehabilitación, cumplido el lapso, me incorporé débil y exhausto. Estaba considerando claudicar cuando el joven mancebo me alentó para apurar la partida, debíamos continuar, nos ajustamos los cordones de las botas y nos adentramos en la ruta Subashiri, un trayecto de grava volcánica.
Marchamos juntos durante los primeros 3km y progresivamente el cansancio ralentizó mi cadencia, la distancia entre ambos se estiró hasta hacerse comprometedora.
Con una disculpa sincera, el mancebo de veintipocos años advirtió que se adelantaría y se perdió de la vista en un recodo de la morrena.
Ahora me había quedado solo, me sentía exhausto y el fuego interno que había procurado conservar durante 18 meses de anhelo, ahora languidecía como una exigua llama.
Sabido es que ocurre un fenómeno en la mítica montaña, en cuestión de minutos se forman tormentas en la cumbre y las descargas eléctricas componen un serio riesgo para la vida de los escaladores.
Recordé al fenecido Andrés quien pereció en soledad e hice una oración invocando la bendición de una compañía celestial que me librase de precipitar mi existencia en la desgracia.
Reanudé la marcha prometiéndome un breve descanso al alcanzar cada estación intermedia.
Cada una, 6ta, 7ma, 8va, me había costado el doble del esfuerzo habitual. El cerebro se apagaba y el cuerpo quedaba suspendido de pie mientras el ordenador se reiniciaba, estaba forzando sobremanera mi sistema operativo.
La marcha hacia la 9na estación fue interrumpida por vientos huracanados que me obligaron a asentar con firmeza la vara de bambú y aferrarme a ella para no caer de espaldas mientras adelantaba cada paso. Con mucha dificultad alcancé el terraplén donde encontré sentado a un relajado varón que esperaba ansioso por las primeras luces. Pregunté y me hizo saber que el reloj marcaba 05:05.
¿Dónde recibirás HinoDe/ Amanecer?
Debo llegar a la cumbre…. ¡Allí debe ser! – exhalé con dificultad.
Buena elección, es un buen lugar para la primera vez…
Después de 30 años, me siento satisfecho de haber vuelto….
Hoy me acomodaré aquí…
Levanté la mirada hacia la 10ma y última estación, el camino serpenteaba en espiral, distinguía numerosas hormigas que avanzaban con luminaria artificial sobre la cabeza, a esta altura, las rutas #3 y 4 confluían al igual que la #1 y 2 del lado opuesto del cráter.
Todos los insomnes asistentes codiciaban el premio mayor, me pregunté cuantos de ellos habrían superado una infausta travesía equiparable a mi desventura.
Mi ascenso era demasiado lento, no me quedaba mucha más energía en los testes, en un acto de desesperación, invoqué al espíritu de mi ancestro, no tengo certeza que acudiese en mi auxilio o si se tratase del efecto placebo de la mente pero enseguida sentí aliviado el peso de la mochila a la espalda, mis pasos se alargaron, llegué a un punto intermedio sobre la cabaña de la 9na y por debajo de las luminarias de la 10ma estación.
Miré hacia el horizonte justo a tiempo para observar la evolución in crescendo de La Luz.

Decidí permanecer allí para recibirla a plenitud y durante los siguientes minutos guardé silencio para contemplar este inolvidable acontecimiento:
Lo que prosiguió es tan extenso como la narración previa.
Deberé resumir para conducir al clímax pendiente de resolución desde MAR´18 en Nazca, PERU.
Una vez alcanzada la cumbre y habiendo rodeado el cráter bajo diáfana luz, me ´dejé estar´ recostado en un apartado lugar
La satisfacción que imprime al ánimo todo deseo cumplido, ahora enfrentaba el insoslayable balance de la comprobación.
¿Tanto esfuerzo y sacrificio, realmente, valió la pena?
Pregunté mientras observaba con atención en derredor:
Era la primera vez que encontraba la inconmensurable paz que ofrece una cumbre, perturbada por ruido e incesante alharaca.
Cerca a la cumbre, habían instalado una antena de telefonía 5G para que los escaladores pudiesen transmitir en vivo a través del celular como si fuesen corresponsales de prensa.
Una promoción completa de estudiantes americanos había pernoctado en el lugar, en ese momento todos yacían tendidos en el suelo renuentes al clamoroso llamado de su guía-tutora.
Una horda salvaje de corredores irrumpió pasadas las 09horas, todos blancos, angloparlantes y bulliciosos, liderados por un par de británicas que encarnaban a la lujuria y lascivia.
Jamás había deseado alejarme tan pronto del gentío.
Mientras descendía por la grava volcánica, reapareció en mi mente el extraviado Andrés trayendo consigo a una amistad que encontré en el camino durante una andanza dominical por el Centro Histórico de Lima.
Su nombre es Heidi Howkins.
Una montañista americana que realizó sin éxito dos intentos por coronar la predilecta obsesión de los más avezados montañistas con poder adquisitivo: Godwin-Austen, legítimamente conocida como K2.
En su relato me presentó a otra fémina del montañismo mundial: Wanda Rutkiewicz, leyenda polaca quien desapareció inexplicablemente en Mayo del ´92 entre los glaciares del KangChenJunga, la tercera montaña más alta de La Tierra.
Su extravío causó conmoción en el circuito de escaladores profesionales y dejó tras sí un halo de misterio por su sospechoso comportamiento en los días previos a su partida, cumpliendo el presagio proferido dos décadas antes por ella misma.
Pareciese que de las entrañas de las Montañas emanase una fuente de atemporal conocimiento a disposición de todo aquel que marche con el espíritu predispuesto a interiorizarlo.
Heidi, en su recorrido por Pakistán, Afganistán, Nepal y la India, recogió del folclore tamil, la noción de Ananku, una fuerza siniestra que pulula en la atmósfera conduciendo al ser humano hacia el caos y desorden interior precipitándolo hacia un desenlace mortal, fortuito y prematuro.
Ella solo comprendió la desaparición de Wanda, cuando intentaba plasmar en palabras su propio deseo frustrado por la fatalidad que propició decesos de porteadores contratados en ambas expediciones.
Entonces, comprendí la causa del extravío de Andrés en las faldas de Fuji-san, seducido por una fuerza invisible que manipula la mente hasta desquiciarla y torcerla.
La misma entidad espectral que pugnó por inducirme a saltar hacia el fondo del abismo contra mi voluntad; afortunadamente entonces fui rescatado por un ser alado enviado oportunamente por la divinidad para romper el maquiavélico trance y solo cuarenta meses más tarde, descendiendo a salvo del volcán sagrado, comprendería que más allá de la vista e imaginario humano subsisten dimensiones paralelas en las que combaten bien vs mal; Luz vs Oscuridad, por un propósito superior que escapa al raciocinio humano.
Si Usted, amable lector, desea oír de 1ra mano, el asombroso relato de Heidi, acceda a este enlace.
Si estuviese interesado en comprender mejor como fui rescatado de las garras del suicidio acceda al anexo del pie de página.
EPÍLOGO
Debo resumir mucho con pocas palabras.
Antes de resolver la intriga sembrada en el Prólogo, deseo hablaros de otros tres personajes que intervinieron en la realización de este texto abonando en el imaginario de El Autor indelebles cuotas de inspiración.
El primero es Cristofer McCandless, un joven varón quien llevó su Humanidad más allá del adocenamiento que imprime la sociedad y por esto pereció en soledad durante el otoño del ´92 en Alaska a la edad de 24 años.
El segundo es Eugenio, el primer varón adoptado por la familia Rosellini.
Un ser humano de excepcionales condiciones cognitivas y físicas.
Abandonó la Universidad y se enrumbó hacia Córdova (CAN) en el ´77, donde decidió consagrar su vida a un ambicioso experimento antropológico.
"Me interesaba saber si era posible prescindir de la moderna tecnología"
Afirmó en una entrevista diez años después de aventurarse en el bosque.
Su experimento fue ejecutado durante más de una década y compartió la conclusión final con un amigo a través de una carta que redactó así:
Empecé mi vida de adulto con la hipótesis de que sería posible adoptar
las costumbres del hombre de la Edad de Piedra.
Durante más de 30 años,
me instruí y entrené a mí mismo para alcanzar esta meta.
En los últimos diez años,
puedo decir que he experimentado con verismo la realidad
física, mental y emocional de la Edad de Piedra.
Para tomar prestada una expresión budista,
al final tuve que enfrentarme cara a cara con la pura realidad.
He aprendido que
es imposible que los seres humanos
tal como los conocemos en la actualidad sean capaces de
vivir como recolectores y cazadores.
A los 49 años reemplazó sus perspectivas y se propuso dar la vuelta al mundo, sobreviviendo apenas con lo que cargase en la mochila pero el viaje no se concretó…
En noviembre del ´91, su cuerpo fue hallado dentro de su choza con un cuchillo clavado en el corazón, el médico forense presumió suicidio. Jamás apareció una carta de despedida.
Ambas vidas cegadas por el incesante fuego interno que impulsa a alcanzar un propósito superior fueron reseñadas y difundidas por el tercer personaje.
Juan Krakauer, montañista, escalador sobreviviente de la trágica avalancha del ´96 en el Monte Everest, editor y autor de la publicación titulada Into the Wild / Hacia tierras Salvajes, una edición que llegó a mis manos por una feliz cortesía cuando me retiré de Lima durante cinco (05) meses para internarme como voluntario en Área Natural Protegida.
Aquellas historias contribuyeron a orientar a El Autor en su búsqueda de una nueva manera de vivir a plenitud. La respuesta siempre estuvo contenida a ojos vista: La Naturaleza.
Finalmente, procedo a presentaros al genio primordial que se expresó así:
Si no me le hubieres dado,
No me quejara de ti;
Pero una vez dada, si,
Por habérmelo quitado;
Que aunque el dar
El acción es
Más noble y más singular
Es mayor bajeza el dar
Para quitarlo después.
Jornada Segunda. Escena Sexta.
Obra de Teatro: La Vida es Sueño, estrenada en 1635.
Autor: Pedro Calderón de la Barca.
Si Usted amable lector cursó estudios universitarios deducirá sin mayor esfuerzo lo que este texto ha ocultado lejos del ojo perezoso y de la censura de la ignominia.
Para quienes desconocen la experiencia de formación universitaria, sirva una máxima facilitada por una anciana mujer quien vio truncada su educación básica para hacerse cargo de labores domésticas.
Mi abuela me instruyó así:
Si algo entregas, hazlo con generosidad y desprendimiento. Más tarde, NO debes pedirlo de vuelta.
Interpretación: El ser humano no puede rehacer su voluntad cuando esta yace torcida por el condicionamiento de perversas manos invisibles.
CONCLUSION
Una invocación breve, concisa, contundente e insoslayable, por lo mismo desagradable y fácil de rechazar; por ello, encomiable de pronunciar.
Desista de conducirse en modo paseo por la vida.
¿Por qué distraerse buscando afuera lo que yace en vuestro interior?
¿Alcanzará lo que resta de su existencia para completar su lista pendiente de destinos imprescindibles?
¿Qué más le hace falta visitar para sentirse satisfech@ consigo mism@?
Un análisis fugaz de la Industria de los paseos/Turismo devela el lado apreciable: Esta ha gatillado las emisiones de gases de efecto invernadero acelerando el Calentamiento Global.
El lado oculto precisa de sutileza para percibir que ha trastornado la psique del consumidor transformándolo en un individuo indolente incapaz de resignar sus caprichos ante la consideración de las consecuencias de efecto dominó por sobre el bien común.
No queda tiempo suficiente para reiniciar la debacle.
El desenlace está en marcha y el colapso será inminente.
No habrá lugar en el Planeta donde ponerse a salvo de la implacable fuerza de la Madre Naturaleza.
Conforme se ha abordado a través de los ejemplos del relato, el ser humano, una vez que adquiere una moda -sea posesión física o inmaterial como un hábito - es incapaz de desprenderse de ella sin sufrimiento inherente a la reconvención de la voluntad en modo retrógrado.
Imagine que fuese posible el encuentro físico de un individuo moderno con su ancestro cavernario.
¿Cuál de los dos especímenes esgrimiría mayor resiliencia frente a un desastre?
Ningún ciego podrá guiar a otro hacia la salvación.
Despiértese ahora, bell@ durmiente.
ANEXO
*** Hasta el Final ***
(Fecha original de publicación 09ABR ´18)
Un texto de inspiración espiritual dirigido a quienes creen en Dios y a quienes no lo hacen. A quienes dejaron de creer y volvieron a aferrarse a él; y a los que juraron no volver a tropezar con esa rocallosa. También a quienes piensan que creen en él y para quienes no conciben la idea de creer en algo que no comprenden. Un texto para todos.
Peregrinando en el desierto el ser humano puede llegar a conocerse mejor que recostado en una sesión de psicoterapia.
Que terrible es vivir con miedo.
Qué desafío es el liberarse de todo sufrimiento.
Cuán difícil es volver a recuperar la confianza en uno mismo.
Tras 90 días sobreviviendo bajo radiación lacerante, racionamiento de agua y alimentos, y perseguido por una plaga de moscas, eché a correr sorteando arena caliente y remolinos con el propósito de ponerle fin a la inanición del alma.
Me detuve al borde de un acantilado. Cerré los ojos y angustiado invoqué a Dios exclamando su nombre.
Le pedí con desesperación que me revelara de una vez por todas el camino que debía seguir para alcanzar la felicidad definitiva. Conseguir liberarme del remordimiento de los errores pasados y obtener sosiego.
Qué ironía de la sabiduría creer que se avanza un paso más en pos de la verdad cuando en verdad se retrocede el doble. Y aun así, persiste la necedad en la insana búsqueda de conocimiento y pensamientos elevados errando, retrocediendo, corrigiendo sin escarmiento cíclicamente.
Hasta que se lleva esta obcecación demasiado lejos.
Una ráfaga de pensamientos y recuerdos se arremolinaron como una teleraña mientras esperaba en silencio que él se manifestara:
Recordé el pasaje de la lectura de mi carta astral en la voz de Krishna:
“Cavernicola,
en esta vida no vas a ser protagonista.
No has nacido para pasar los días haciendo zapping por TV.
En esta vida vas a trabajar duro (…)
Te tomará más tiempo que al resto encontrar esa actividad en la que decidas asentarte (…)
Hasta entonces deberás hallar tu espacio”
“Mucho gusto, (…) estoy aquí intentando reinventarme.
Verás, no he nacido para trabajar encerrado en una oficina sentando frente a una computadora durante horas, eso me liquida.
“ESPERA, pero es que eso es obvio, chaval y discúlpame que te interrumpa, pero es que ningún ser humano nació para eso.
Lo que pasa es que unos se adaptan mejor que otros y nada más que eso. Hostia, tío”
“Quién puede vivir contento con su suerte? ¿Quién sino algún tonto”
“(…) mal de muchos vivir tan satisfechos de su entendimiento o cuan descontentos de su poca dicha. ¡Cuántos echan la culpa de la sobra de su locura a la falta de su ventura”
“Quién querría la vida si sabe lo que es y quién meterá el pie en el mundo si le conoce?”
Pensé en mi viejo y en su (poca) fortuna en la vida.
“El debería haberme advertido de esta mierda y así evitar tanto…”
ESPERA, sí que lo hizo.
Recuerdo la lección como cuando aprendí a decir mi nombre:
“Hijo mío,
la vida te dará las oportunidades para que hagas lo que elijas pero
a su debido tiempo.
No debes apresurarte.
Todo en su momento,
nunca antes, tampoco después”
Y él me concedió respirar la bruma, oír el soplo del viento sobre el mar, el golpe de las olas sobre las rocas, los rugidos y graznidos en derredor.
Le pedí a Dios que me pusiera a prueba. Que estaba dispuesto a demostrarle que podía recorrer el camino que ningún hombre había recorrido. Silencio. No obtuve respuesta.
Le aseguré que estaba dispuesto a andar por el desierto sin cesar con tal de expiar mis tribulaciones. Solo así podría continuar hacia la iluminación. Más silencio.
Le supliqué a Dios que me respondiera.
Le rogué que se apiadara de mí porque me encontré solo, débil, frágil, vulnerable y vacío. Le rogué que me ayudara porque me sentía demasiado débil como para vencer la tentación del acantilado. Silencio, nuevamente.
Cerré los ojos y empecé a caminar hacia adelante.
Los pasos más lentos y dubitativos de mi vida. ¿Así se siente llegar al final?
Entonces sentí la llegada súbita de una presencia. Una intensa; en forma de bandada.
Dios había enviado a sus emisarios alados (una garza, una gaviota, una fragata tijereta, un pelícano, un cormorán, un zarcillo y al majestuoso cóndor) para hacerme llegar un mensaje:
ESPERA!
Abrí los ojos, y me quebré en llanto ante el milagro de la vida cuando vi una manada de delfines brincando sobre las olas y aves planeando frente a mis ojos.
¡Nunca había estado solo!
“Algo” se asentó sobre mis sentidos y me llevó hacia abajo, hacia lo más profundo de la conciencia. Cada célula de mi ser empezó a vibrar en otra intensidad. Una experiencia tan breve como intensa y sublime. Me había reencontrado con Dios; desde tiempos inmemoriales, había vuelto a ser una sola sustancia. Una comunión. La primera. El peregrinaje había terminado.
Entonces volví a hacerlo: Cerré los ojos y me concentré solo en mi respiración. Esta vez dejé de pedir favores y empecé a darle gracias, a DIOS, por la dicha de estar vivo, ahí, aquí, en ese entonces y ahora.

No hay que buscar más hacia afuera.
No pretendo convencerte con palabras. Tienes que sentirlo para que puedas comprender; mejor aún, dejar de vivir pensando para empezar a vivir sintiendo. No vivir aparentando que lo hacemos. No es necesario ir a una iglesia para comulgar con Dios. Él no está (solo) ahí. Dios no pide que cargues una imagen en procesión ni que emprendas un peregrinaje por el desierto ni que expongas tu condición humana al límite para alcanzar una experiencia extrasensorial. Dios es simple y absoluto a la vez.
“Dios está jugando a las escondidas con nosotros.
El hizo toda la creación y luego se escondió en ella.
Dios hizo la creación para vivir la felicidad de encontrarse así mismo poquito a poco.
Debemos encontrar ese pedacito de Dios en nuestro espíritu.”
Por eso es que se siente tan bien amar a un ser vivo, sea humano, animal y/o vegetal. Si las plantas, los árboles, los bosques nos proveen el oxígeno que respiramos, como no amarlos.
Amar desinteresadamente, sin reservas, sin esperar obtener algo a cambio. El amor es la clave para una vida plena, no con la felicidad como el objetivo supremo, sino el vivir en PAZ.
Jesús siempre tuvo razón: Amar a los demás como a uno mismo.
Federico, Teodoro, León, Alberto, Henry David, mis guías, también la tuvieron, pero como a menudo ocurre cuando el ser humano padece la arrogancia de una inteligencia superior, tendemos a malinterpretar las ideas a nuestra conveniencia, para alimentar nuestro EGO.
OJO que no adquirí esta sapiencia por casualidad; éstas no existen. Dentro de una caja, enterrada bajo la arena, escondida dentro de una carpa que hacía de almacén, DIOS me hizo llegar el sosiego que tanto anhelaba en forma de un libro.
Espera hasta el final. No te mortifiques.
Aquí la última lección aprendida en una maloka:
“Existe otros caminos para acceder al conocimiento,
hay otras maneras de expresarlo,
de ordenar la realidad conceptualmente, de transmitir el saber y,
lo que es igualmente importante,
vivir este saber de manera coherente”
Extraviada en el océano de recuerdos y pensamientos, la respuesta que tanto buscamos la conocemos, siempre la supimos, pero la olvidamos por la vorágine del juego, del personaje que estamos interpretando en la obra de la vida.
Sangre, sudor y lágrimas es el costo de ponerse a punto para una maratón,
Cuán difícil es volver a recuperar la confianza en uno mismo.
Prometo seguir intentándolo.
Cada día es una nueva oportunidad para vivir en paz.
*** F I N ***
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