INTRODUCCION
PRELUDIO
Cap.01 La Luna de 18 horas.
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Texto
Cap 02.- A Empreteira:
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Cap. 03.- El Ancestro
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Cap.04.- Inmunidad.
Nuevamente mirando por la ventanilla. La Luna Menguante refulgente en la oscuridad de la noche más larga. Idéntico paisaje; la misma impresión.
La escena se replica un año después, aunque en esta ocasión, llevo ceñida al rostro una mascarilla quirúrgica.
No he sentido menos pesar en la partida, pero sabía que había de repetir el acto. Aún recuerdo la lectura del horóscopo publicada por esas fechas:
“El influjo del eclipse te llevará de regreso con los tuyos para recargarte, y la misma fuerza gravitacional te devolverá seis meses después.”
Quizá fue por eso que no deshice el equipaje que permaneció incólume durante meses al lado de la puerta del departamento. No tuve oportunidad de alcanzar lo que había proyectado. Sumido en extenuantes jornadas de trabajo dentro de una fábrica de autopartes transcurrieron seis meses, ingresé mucho más dinero que la ganancia total de todos los años laborando como oficinista del sector privado; pero la salud resultó mermada a tal punto que temí por mi vida. Tomé prestado dinero para pagar el boleto de regreso y otra deuda para costear el asiento donde estoy ubicado ahora.
Con la liquidez de dos salarios pude costear el presupuesto de gastos durante cuatro meses.
¿Cuál es el beneficio luego de sumas, restas y nuevas deudas?
Aguardé hasta el inicio del mes ocho para volver a la Amazonía. Necesito una limpia – me dije. Antes de regresar a la Isla, debo fortalecer mi espíritu. Inicio el proceso en el codo del río _______. En la margen derecha del tramo medio existe una trocha que conduce por la floresta a un río hirviente. Es el taller de un reconocido maestro curandero. Luego de la primera sesión me invitan a retirarme del albergue porque no puedo pagar la onerosa tarifa del tratamiento. Endilgan mi caso a un par de curanderos a tiempo parcial que viven en la ciudad junto al río. Paso una semana alojado en su vivienda, ni siquiera ellos están convencidos de la eficacia de la cura. Acostumbro pasar el día fuera y retorno al anochecer. Una tarde en particular camino hasta un campo baldío donde se ha improvisado un partido. Uno de los jugadores se sienta a beber a mi lado y pregunta el porqué de mi visita; se interesa y me hace saber que un tío suyo es curandero, respetado y tan poderoso, que puede curar de manera remota. Se ofrece a llevarme con él pero primero debe pedir permiso a sus padres. Ellos consienten. A la mañana siguiente partimos en la tolva de una camioneta hacia la gran ciudad de Mayushin. Una vez allí, debemos trepar a una mototaxi para otro traslado. A la altura del sexto km de la Carretera Belaunde se abre una trocha de acceso a innumerables asentamientos humanos establecidos tras la ocupación por mafias de tráfico de tierras. La carrera finaliza en la zona marcada como Monitor Huáscar. Se debe consultar con los vecinos para llegar a la vivienda correcta. Una anciana escarba en cuclillas la maleza de su pórtico. La mujer está casi ciega. Ella es la tía, nos invita a pasar mientras esperamos a que el tío vuelva del trabajo al final de la tarde. Una vez informado de mi presencia, toma asiento para oír mi historia, coloca su mano sobre mi pulso para hacer el diagnóstico. Puede encargarse, sin necesidad de hacerme dietar a cambio de una cantidad que puedo pagar. Acepto. Tenemos un acuerdo.
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Puesto en marcha el tren, tras un suspiro de profundo dolor, inicia la segunda parte de la historia.
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Cap.05.- La Voz Existe
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Cap.06.- El Abrazo del Alma:
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Caigo de rodillas en un parque y dejo caer el peso del tormento que me embarga.
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“Señor, ¿Por qué me has abandonado?”
Me siento sobrecogido por el tono de mi voz: No es solo un clamor, es un alarido de desesperación. Por primera vez, experimento el terror por dentro.
“Apiádate de mí, Señor.”
No caen lágrimas, mis ojos están secos, mi interior está deslucido.
“Necesito un abrazo.” – suplico de rodillas.
Después de veintidós meses de naufragio, allí mismo lo recibí.
Una luz cálida me envolvió confortando el hálito. Sentí levedad del cuerpo. La cerradura del entrecejo se abre y recibo consuelo de un ser alado.
Experimento una fugaz visión que me avergüenza: Mi historial de actos impuros, vicios y recaídas:
Tabaquismo, alcoholismo, ludopatía, drogadicción, pornografía, ninfomanía, fornicación.
Entre una y otra nube gris, se dejaba apreciar el vuelo de un ave maravillosa.
Entonces entendí el mensaje del ser celeste:
Jamás he estado solo.
Siempre fui rescatado por un ángel del Señor.
He andado ciego y sordo por el sendero de la Vida.
Mi consciencia yacía secuestrada bajo el yugo de las tinieblas.
Ahora, estoy despierto.
Bendito eres y alabado seas, Jehová Altísimo Señor Creador del Universo.
ZOHAN CALEB / El Renacido
Lima, Año Lunar 22, Día Primero.
Cap. 07. La Heredad:
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Este ascenso significó más de lo que pueda expresarse a través de palabras.
Demandó mucho esfuerzo, sacrificio y fuerza de voluntad.
Una prolongada espera debida a las restricciones de la pandemia.
El peso a cuesta de las espaldas excedió lo que un individuo pueda acarrear:
Cien años de migración a lo largo de tres generaciones. Tres historias envueltas en la penumbra del olvido dignas de ser rescatadas y honradas en justa medida más allá de éxitos y fracasos mundanos.
A ellos les adeudo la experiencia vital. Sus pasos previos me trazaron la senda.
Aguardando de pie en la cumbre más alta sobre el Océano Pacífico a tiempo para presenciar un glorioso Amanecer, he invocado sus nombres y desde mis adentros se manifestaron a mi lado.
Juntos presenciamos el milagro de La Luz que purifica todo rezago de mácula y rencor.
Ahora Ella es parte de nuestro código genético. Es la nueva Heredad que hemos de legar a la generación futura.
Antes de emprender el descenso, ofrendé una oración y bendición a su sosiego eterno.
Misión cumplida, Amados ancestros.
Añádase también esta adenda.
Al momento de la cremación, sea leído el siguiente epitafio:
Nacido pobre. Y muerto más pobre aún. Nada es lo que parece.
Compra La Verdad y no la vendas. Proverbios de Salomón. Cap. 23.
Además, una ratificación al manual del buen jugador:
La hora es la hora.
No titubees al momento de retirarte.
No te distraigas con ilusiones de grandeza material, puede que caigas de bruces en el desengaño.
La Vida está afuera, pero La Verdad yace dentro.
En este Universo, no existe mayor bendición que La Luz.
Una vez que brille en tu interior, arrostra a la Oscuridad, Caballero de La Luz.
Conviértete en Montaña.
Ese será tu mayor legado para los tuyos.
Para los nietos de los que aún no nacieron.
A ellos, el encargo de cumplir mi última voluntad:
Las cenizas de mi urna deberán verterse en partes iguales:
La primera a los ojos del Apu Pariaccacca.
La segunda, al ojo de Carhua Cocha.
Solo así, comprobarán in situ la veracidad de la historia de iluminación del Ancestro Autor.
A M E N
Nota:
(*)Ve del verbo mirar, no del verbo ir en modo vagabundo.
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