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*** Zohan Caleb ***

  • cavernico9
  • 3 feb 2022
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 22 jun 2022


INTRODUCCION

El Autor desea expresar Gratitud a la oportuna intervención de su Primera Gran Maestra, Quien propinó inolvidable reprimenda al no haber tomado nota de una tarea escolar. Gracias a su vigorosa motivación a temprana edad, aprendí a activar el banco de memoria a máxima capacidad. Este relato yace envuelto en un halo de misterio que debe compartirse: El hábito de ofrecer la edición de un resumen anual se remonta al año 15 y prosiguió ininterrumpidamente hasta el año de la migración. Debido a la concatenación de vastos acontecimientos, en más de una ocasión la vertiginosa marcha del tiempo venció a la intención de cumplir la tradición, entonces decidí ampliar el horizonte del marco espacial y crear un relato conciso. La recopilación de anécdotas, síntesis y redacción del bosquejo demandaron un largo invierno. Cuando se pretendió transcribir el manuscrito, el teclado del ordenador fue inutilizado por actividad paranormal. Decidí postergar indefinidamente la evolución del texto fuente y continué abocado a la realización de otros relatos. Sucedió que el manuscrito fue extraviado en algunas de las mudanzas recientes. Su recomposición ha demandado noches consecutivas de inmersión neuronal, agilidad mental y creatividad, el resultado respeta en gran medida lo sustancial del primigenio. El éxito es remarcable por un detalle que no es poca cosa: El ambiente donde se llevó a cabo el trabajo atenta groseramente con las condiciones mínimas para la expansión intelectual, esto es el tan preciado silencio que es liquidado sin piedad ni remordimiento. Habiendo culminado la revisión y programado su publicación para la víspera del Nuevo Año Lunar, un ciberataque implosionó el software del ordenador bloqueando nuevamente la publicación. Fue necesario la intervención de ingeniería para rescatar la memoria del Disco Duro y habilitar el quipo. No obstante, la satisfacción por concretar la anhelada publicación, persiste la incertidumbre de sus consecuencias al haber comprendido que lo que se pretende manifestar es una clara afrenta a la siniestra fuerza que ha envilecido todo lo que nos rodea. Tal vez no debería haberme atrevido a compartir la historia, quizá no debería haberme osado a escapar, menos aún habiendo libertado a un Alma cautiva de esclavitud. Aun así, resultará aliciente saber que, una vez puesto al alcance de todos los interesados, el incesante batallar ganará nuevos prosélitos valerosos. El resumen de tres años de aprendizaje alejado de mi tierra natal puede leerse a través de siete capítulos.

En función al contexto en que se inició la redacción, he decidido conservar la dedicatoria original que rezaba así: A la Luz que reside dentro de cada ser humano. A Joaquín Lavado y a la genialidad de su precoz Mafalda. Al D10S Diego y A todos los Diegos que han caído en el abismo de la adicción. Me alegra saber que finalmente ha concluido tu aprendizaje. Lleva contigo una bendición de regreso al Origen. Honshu, Reiwa 3 Mes 10 Día 31.


PRELUDIO

Una miscelánea para dejar de escribir... y de leer también.

Fecha de Publicación Original: 21ENE ´19.

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+Cuentan las crónicas que hacia el final de su vida, de pronto Tomás de Aquino dejó de escribir. Cuando su secretario se le quejó de que su obra estaba sin concluir, él replicó: “Hermano, hace unos meses experimenté algo de lo divino. Aquél día perdí todas las ganas que tenía de escribir… En realidad, todo lo que había escrito acerca de Dios me parece ahora como si no fuera más que paja.” +“Así es cuando alguien dice la verdad. Si una sola existencia la escucha y considera, no precisas ni decir la verdad: diciendo otras cosas ya las dices aunque ni tú ni la verdad lo quieran…” (Manuel Córdova en la transfiguración de Ino Moxo, en el relato de César Soriano en el imaginario de César Calvo. Por ese texto, por la poesía, por el arte, por la pasión de desentrañar el misticismo de la Amazonia. Gracias. “Un gurú habla con autoridad de lo que él mismo ha experimentado. Nunca cita un libro.” +“Lo que estamos tratando de descubrir es si estamos listos para llevar a cabo una transformación radical de la mente (…) descubrir una forma diferente de vivir (…) Pero eso depende de cada uno y de nadie más (…)Por que en esto no hay maestro, pupilo, líder, salvador, ni gurú”. La verdadera revolución, por Krishnamurti. +El test de Proust: ¿Qué sería para ti –Erika Stockholm- la felicidad perfecta? “Ir por la vida sin visas”. ¿Qué podría sumirte en la más profunda miseria, Juan Luis GUERRA? “A las 7 de la mañana… Y uno por uno al matadero… Cada cual tiene su precio” Si murieras y se te permitiera volver convertido en otra persona o cosa, ¿Qué sería, INO MOXO? “Y de solo pensar que aquellos genocidas eran hombres, hasta hoy, por momentos, me dan ganas de nacionalizarme culebra, o palosangre, o piedra de quebrada, cualquier cosa…" ¿En qué ocasiones mientes, Cesare PAVESE? El poeta finge no saber lo que ya sabe.

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Cuando comenté esta idea que mortificábame el sueño recibí como respuesta un flaco consejo: “Marcharse a la tierra de los nabos y flacos pepinos cuando todos los días ingresa generosa carne venezolana. Hay que ser bien cojinova para mandarse mudar ahora, flaco…”

Conmovido por la espontánea sinceridad pensé para mis adentros: “Cuánta sabiduría en una sola frase; así piensa un profesional de éxito; una persona de bien; cuánta envidia; también debí haberme graduado en la universidad; titulado para cobrar/vender por teléfono; para reclamar comisiones/utilidades cada año. Conseguir un trabajo de verdad; ser responsable. Hay de mí… Piedad y compasión…”

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Con cierta reticencia acepté unirme a la red social y desde entonces he compartido mis ideas, errores, fracasos, excesos, aciertos, satisfacciones exponiendo mi privacidad bajo la (i)responsabilidad de entregar información sensible en muchos casos para manipular pendencieramente el morbo disfrazado tristemente en curiosidad y pseudo_ preocupación. Después de siete años en esta red social solo quédame una palabra por compartir para con los míos, esos macacos inadaptados que dicen lo que piensan sin hipotecarse a la aceptación ajena.

Adiós. “Buscando visa de cemento y cal; ¿Y en el asfalto quién me va a encontrar…? “El que sabe no habla. El que habla no sabe”. “Y comprender es transformar lo que es…” SILENCIO PAZ AMOR





Cap.01 La Luna de 18 horas.




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Miro por la ventana mientras la nave atraviesa el estrecho de Bering para contemplar La Luna Menguante que resplandece como un zafiro en la Oscuridad de la noche. “Me siento muy triste” Con esas palabras de despedida me he retirado de mi hogar sin certeza del retorno. Mañana radiante de sábado, corrí alrededor del parque sembrado de nogales que han observado en silencio mi crecimiento y desengaño. Solo ellos, y las aves en sus nidos, saben que en cada vuelta vertí más que sudor. Mi último desayuno antes de partir: Un par de mangos traídos desde Piura. Deseando que cada mordida impregne su dulce sabor en el paladar y así paliar el amargor que provoca la migración. Desembarco en Narita Kuko al amanecer del último día lunes del mes primero, pero solo de tránsito, el vuelo de conexión partirá en un par de horas. Me impresiona el baño de luz sobre La Terminal. Es la primera vez que puedo presenciar La Aurora asomarse sobre el Pacífico. Camino por un amplio corredor que sobrecoge por el eco del sonido metálico de escaleras que se oyen rotar en algún lugar. Al llegar al área de control migratorio presto atención al personal operario. Ellos trabajan de pie, las mangas de la camisa recogidas, ágiles, solícitos. Me veo reflejado en ellos, distantes días de servicio para una agencia bancaria. Continúo hacia el control aduanero, la dinámica laboral se repite. Una sonrisa se dibuja en mi rostro bajo la mascarilla. No es la excepción, es la regla. Primera lección aprendida.- Aquí, el trabajo se realiza de pie. Se hace rápido y se hace bien. Mientras el examinador inspecciona el contenido de la mochila suspiro con alivio al haber dejado en casa la talega cargada de hoja de coca. El hombre observa minuciosamente una pequeña caja que contiene una barra de cacao y pregunta masticando inglés, ¿Cuál es tu ocupación? Y ¿Para qué has venido? La respuesta parece convencerlo, no presenta más observaciones puesto que visto y calzo indumentaria deportiva, está de acuerdo en que cruce la puerta de ingreso al Imperio del Sol Naciente. Me despide con una venia y agrega: “Bienvenido, Maratonista.” Segunda lección aprendida: Aquí, aunque no hayas demostrado merecerlo, el respeto es primordial. Al desplazarme de la Terminal 1 a la #3 avisté a una tripulante que cargaba pesado bulto, en un gesto de amabilidad y galantería ofrecí quitarle el peso de encima pero ella –según me explicaron luego – pensó que intentaba reemplazarla en su labor. Visiblemente ofuscada me exigió que conserve la distancia. Tercera lección: Aquí, la mujer trabaja a la par que el varón. No intervenir, jamás, en su trabajo. Al embarcar en el vuelo de conexión, olvidé consultar por la ruta del vuelo. De haberlo sabido me hubiese cambiado de asiento hacia la ventanilla derecha para avistar a Fuji –san, La Montaña Sagrada.


Cap 02.- A Empreteira:




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Setenta minutos después, la nave aterriza en una isla artificial sobre el Océano. El Aeropuerto Internacional de Chubu, generoso obsequio contributivo y obra maestra de ingeniería construida por la Cia. transnacional fundada en la ciudad TOYOTA. Tenía entendido que la empresa contratista enviaría a alguien por mí pero no fue así. Deambulo cargando las mochilas por la zona de tránsito. Me entretengo visitando tiendas y recabando información turística hasta que un jovenzuelo me aborda con mucha prisa, habla por teléfono en dialecto local describiendo mi apariencia y vestimenta, al otro lado, una voz confirma mi identidad, entonces me dice: “¡En marcha que estamos retrasados! El Jefe no espera.” Cuarta lección: Aquí, el tiempo no se desperdicia porque se pierde dinero. A bordo del vehículo, el muchacho liberado de la presión del deber intenta mostrarse amable para charlar: “Você não parece peruano. Por isso não te reconheci no Terminal. Meu pai é o dono da empresa, minha irmã é a chefe do escritório. ninguém nunca tem tempo para pegar os novos trabalhadores. Isso é uma exceção. Um favor para você. Agora vamos ao prefetura/município primeiro para registrar seu endereço e depois vamos ao seu apato. Lá ele vai ficar para descansar depois do longo voo. No início da manhã, vou buscá-lo para levá-lo à fábrica para a entrevista com o Shain/Manager. Nada importante, apenas formalidade, ele já sabe que você não fala a língua e será seu primeiro trabalho. A favor você tem que ser jovem e ansioso para trabalhar. Isso é o que eles estão procurando. Você não vem ferido, certo? Se você for aceito, o trabalho começa no primeiro dia do mês 02. Já foi explicado como é o serviço? De segunda a sexta-feira Telli/Full Day às 17 horas. Zangyo/Overtime, cada vez que o chefe te ordena até você completar um máximo de 72 horas. Aceito? Muito dinheiro que você vai ganhar conosco, você pode comprar seu próprio carro com o salário de uma semana. Tudo que você tem que fazer é trabalhar. Aceito?" Quinta lección: Shigoto, shigoto, shigoto/Trabajo al cubo. Aquí se trabaja, y cuando se termina el trabajo, te preparas para el trabajo del día siguiente. Me advierte que el trayecto demorará dos horas. Me pregunta si deseo comer. Está dispuesto a detenerse. Señala un restaurante al lado de la carretera. Dice que es su favorito. Me fijo en el local, se trata de una franquicia de la cadena Arcos Dorados que atrae a su clientela con contundente mensaje: “No pienses más, solo come.” No parece que ahí se vendan frijoles, así que rechazo la invitación y continuamos charlando. Fornido mancebo de veintipocos años, oriundo de la Isla, hijo de un migrante brasilero, aprendió a hablar portugués en San Pablo y ahora, entre las horas de trabajo, gimnasio y noviazgo, intenta aprender inglés. Me hace partícipe de la última expresión aprendida: “I have/Yo tengo.” Y se muestra satisfecho consigo mismo. Cuarta lección: Contratistas y descendencia, nunca tienen suficiente. Siempre quieren más. Completado el trayecto, ingresamos a la ciudad del Oeste. Habiendo firmado el ingreso y recibido la tarjeta de residencia, hacemos una última parada en un Centro Comercial, compramos un futón y una estufa a kerosene. Me conduce hacia el apato. Demasiado espacioso para individuo solitario. Se retira con la promesa de volver trayendo cocina y cacerola. Le agradezco y coloco el pestillo de la puerta tras sí. Después de treinta y seis horas desde la partida en Lima, incluida la noche de Luna más larga de mi vida, me recuesto sobre el piso a dormitar. -------- Intervalo de un día para descargar el jetlag ----------------- El timbre suena, me levanto aturdido, la luz de la mañana ilumina el interior y el aire frío me hace saber que en el Hemisferio Norte, el invierno es verdaderamente crudo. ¿Ya estás listo para el trabajo? – pregunta el mancebo. Asiento ajustando las mandíbulas para que evitar e castañeo de dientes. Me conduce en vehículo hacia una apartada colina boscosa donde está emplazada la fábrica de autopartes SUZUKI Corp. Se detiene en el límite del estacionamiento y me indica cual es la puerta de ingreso. "Não se preocupe com nada, você será colocado em uma seção onde também há um peruano. Sempre que precisar se comunicar, ele virá ajudá-lo. Você só tem que se preocupar em fazer o trabalho certo. Nada mais do que isso. Você entendeu? Desciendo del vehículo, camino con decisión en línea recta, el sensor se activa con el movimiento y recoge la puerta metálica dejando escapar el penetrante hedor del óleo. Cruzo el umbral y la puerta cae detrás de mí.



Cap. 03.- El Ancestro





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Me disculpo nuevamente por la molestia y reintento por última vez. El teléfono marca. Timbra. Repica hasta que finalmente ingresa la llamada. Me apresuro: ¡Hola! Hace tanto tiempo desde la despedida. Necesito hablarte. No me he sentido bien desde hace un tiempo. Escucha… es cosa seria… nunca antes he padecido esta sensación… Parece que algo estuviese a punto de reventar en mi cabeza… Tal vez no pueda volver a ver a mi familia… Debo pedirte algo… No sé si practicas alguna religión… necesito ayuda esta noche… Ofrenda una oración por mí… quizá no soporte hasta mañana… Al otro lado del teléfono, el sujeto que hizo de intermediario para colocarme en esta Isla, me responde en tono glaciar: “No tenía idea que cayeses tan pronto en tal estado… No practico religión ni hago oraciones… Pero no te preocupes… invocaré a nuestro ancestro para que te ayude… Intenta descansar tranquilo… ahora debo volver al trabajo… OtsukareSamaDesu/Hasta pronto.” Agradezco al vecino por su paciencia y devuelvo el teléfono prestado. Asciendo lentamente los escalones hasta el segundo nivel, continúo lentamente hasta el final del pasillo. Hago girar la llave y tiro de la pesada puerta del apartamento que ocupo desde hace seis meses. Una vez dentro llegaría a su fin tortuoso día. Me fijo en el reloj: 20 horas. Ya amaneció en Lima. Dudaba sobre la posibilidad de un último esfuerzo para acostarme con menos pesar. Montaría la bicicleta hasta un teléfono público y marcaría el número de casa. No me atrevería a confesar el malestar, tan solo oír sus voces me reconfortaría. Me asomo a la ventana para observar el cielo. El pronóstico no es bueno. Al cierre del Mes 06 las lluvias persisten. Descalzo me deslizo arrastrando los pies en completa penumbra. Busco a tientas la impermeable y la tarjeta de teléfono. Pero todo es en vano. Antes de estar listo, se oye el prorrumpir de truenos y la lluvia se precipita enseguida. No me siento en condiciones para arriesgarme fuera así que desisto. El bulto sobre la oreja izquierda parece latir con pulso propio. Sin apetito de cena, me desvisto y paso a la bañera. Digito 35°C en el sensor y abro el grifo. El agua cae con potencia sobre mis pies. Al contacto con la piel, un reflejo nervioso se dispara desde los dedos hasta la coronilla. ¡Esto es grave! ¿Acaso no ocurrió así el principio del fin de mi ancestro? No me cabe duda que soy precoz un sumo grado. En las postrimerías con apenas 28 años. - sentencio mentalmente. ¿Qué es lo que ocasionan estas máquinas a la salud del ser humano? Hube desestimado la advertencia, ahora la he comprobado. Quinta Lección: Aquí, llega Uno buscando dinero sin percatarse que termina siendo succionado a un vórtice de locura. Tiendo el futón sobre el piso, estiro las sábanas y me siento recostando la espalda en la pared. Al menor movimiento el pálpito recrudece y estrangula la irrigación sanguínea al cerebro. Parece que aquí concluye mi historia. En la penumbra de la noche y en solitario. Aceptar la llegada de la muerte no es tan sencillo como había idealizado. Me despido de mis familiares pronunciando sus nombres. Me disculpo con el Buddha Cósmico. No estuve preparado para continuar por su sendero. Hasta aquí, no más… Parpadeo por última vez… ¿Tenía los ojos abiertos? Da igual, todo luce oscuro alrededor. Me dejo llevar. _________Intervalo de seis horas ________________ Un haz de luz calienta mi mejilla. He sobrevivido a la noche. Me incorporo lentamente. El malestar no ha desaparecido, aún está dormido. La sábana está empapada con abundante baba. Inmerso en la profundidad del inconsciente recibí una visita. Una energía que se manifestó velando mi sueño. Su intención fue advertirme. No consigo recordar con exactitud. Apenas retazos dispersos, escenas de un episodio nebuloso: Una cabina, una fila de asientos, un oficial de policía que me obliga a permanecer sentado contra mi voluntad. Mucha ira e impotencia por no poder liberarme. ¿Qué misterio esta vez? Asiento mi peso suavemente y doy unos pasos alrededor de la habitación. He recibido una nueva oportunidad. No he de desperdiciarla. Decido presentarme en la fábrica. Marcaré la tarjeta y haré el trabajo. Al mediodía pediré la asistencia del santosha/intérprete para que me traslade de emergencia a un hospital. Hoy recibiré ayuda complementaria. La jornada avanza lentamente. Continúo operando la máquina que troza y perfora pequeñas tuercas. Completada la producción debo enjuagarlas en aceite, secarlas con una pistola de aire a presión y embolsarlas antes de entregarlas al siguiente proceso. Me motivo a continuar repitiendo con engaño que nada malo ocurre con mi salud. Entono canciones para disminuir la opresión en el cerebro. Un hormigueo se extiende desde la coronilla recorriendo mi columna. Manos y pies se adormecen. Mis párpados tiemblan. La manguera de aire acondicionado tiene una fuga a cuentagotas que cae sobre mi cabeza. La interpreto como una señal. Mi tiempo se está agotando. Empiezo a perder la sensibilidad de los músculos del rostro. Es suficiente. Abandono el puesto y me dirijo a la oficina de administración para solicitar auxilio. Utilizo el navegador para traducir la descripción de mis síntomas. Me piden que aguarde un momento mientras hablan por teléfono. Habiendo presenciado la idiosincrasia neurótica de los locales no espero menos que una ambulancia para el inmediato traslado. No obstante, quién acude al llamado es el hijo del contratista y trae cara de gran disgusto. Me pide que espere afuera de la fábrica. Aparece llevando una bolsa plástica que contiene mis pertenencias que retiró del casillero. Me conduce en absoluto silencio a la oficina donde espera su hermana. La expresión de su rostro es más déspota incluso. Me exige una justificación al bochornoso incidente que he generado. No comprendo la causa de su enajenación. Me muestra la hoja impresa con la traducción del navegador. Esto es el colmo - me espeta. Llévame al hospital, exijo a mi vez. Con displicencia pregunta si llevo la tarjeta del seguro médico. Se mofa cuando confieso que no tengo dinero para los gastos. Entrega un sobre con dinero de adelanto y le encarga a su hermano que me desaparezca pronto de su vista. Él se rehúsa enfurecido. Hacía semanas que buscaba una oportunidad para vengarse. Rumores le han hecho saber que su novia, menina brasilera que coquetea con todo principiante, ha despertado mi interés. ¿Cómo iba a adivinar quién es quién en esta comedia? Sexta lección. - Aquí, todos, sobre todo las mujeres más bellas, sirven de alcahuetes al contratista. Traslada la tarea a otro empleado que demuestra un trato más humano aunque no confío demasiado. No es parte de la familia pero también come de su mano. Me conduce a una clínica. Traduce mis síntomas y antecedentes a la enfermera. Me movilizan en silla de ruedas hacia la sala de imágenes. La orden del médico precisa una tomografía cerebral. Minutos después, recibimos el diagnóstico en su consultorio: Nada grave a nivel neuronal. Fuerte inflamación del córtex. Descanso absoluto y analgésicos. Al final de la tarde, la lluvia cae copiosamente. Llama a la oficina para reportar, hablan en dialecto aprovechando mi ignorancia. Recibe indicaciones que me informa en camino al apato: Desde ese momento prescindirán de mis servicios. Debo desocupar el inmueble en menos de tres horas. Esta noche irá a buscarme el Jefe en persona para trasladarme a Tokyo. Todo está coordinado con la persona que me recomendó en primer lugar. Recibiré el pago de mi salario en los próximos días. Con una palmada en el hombro, se despide deseándome buena suerte. Séptima lección. - Aquí, las personas deficientes para el trabajo se reemplazan como piezas descartables. Parece que la señal era cierta, tiempo cumplido ______ Intervalo de tres horas ____________ Suena el timbre. Apura con impaciencia, HONDA Kara, un paulista descendiente de segunda generación, llegado a la isla durante la expansión del auge fabril, primero mano de obra, luego intérprete y después de unos años asimilando la idiosincrasia cultural y la dinámica de los negocios, fundó su propia Empreteira, de la que se muestra solemnemente orgulloso por haberla mantenido en la legalidad desde fundación. "No me arrepiento de haber abierto mis puertas y dejarte entrar a compartir este espacio." tenté evitar toda provocación al conflicto verbal, el hombre de negocios mostró un asedio incesante; decidí borrar de mi memoria gran parte de esta insufrible experiencia, pero resulta imposible dejar de citar su soberbia contrabandeada corrección aleccionadora: ¡Puta merda, peruano loco! Você sabe por que o retirei do apato à meia-noite com todas as suas coisas e estou fazendo o favor de movê-lo de graça para outra cidade? Você não sabe? Eu faço isso para que ele aprenda uma lição por toda a sua puta vida: Você não está mais no Peru, onde todos fazem o que querem, quando querem e como querem! Você faz o que você é ordenado a fazer na fábrica de autopeças que você é pago para fazer! Quem diabos lhe deu a ordem de interromper a reunião de trabalho da manhã para começar a cantar o Hino Nacional do seu país? Seis meses tolerei as queixas de sua pessoa…. Ouça-me bem, peruano filho da puta . Conheço bem pessoas como você. Conheço o Peru mais do que muitos peruanos. Agora vou te dar uma lição para que fique bem gravado na sua cabeça: Aqui no Japão, quem muda de emprego constantemente não tem credibilidade. Sem credibilidade nunca é levado em conta. Você me entende? A partir deste momento, você não é mais problema meu… vai embora…. Sayonara.” Enésima lección.- Aquí, impera la automatización y uniformidad. No queda lugar para más que eso.



Cap.04.- Inmunidad.




Nuevamente mirando por la ventanilla. La Luna Menguante refulgente en la oscuridad de la noche más larga. Idéntico paisaje; la misma impresión.

La escena se replica un año después, aunque en esta ocasión, llevo ceñida al rostro una mascarilla quirúrgica.

No he sentido menos pesar en la partida, pero sabía que había de repetir el acto. Aún recuerdo la lectura del horóscopo publicada por esas fechas:

“El influjo del eclipse te llevará de regreso con los tuyos para recargarte, y la misma fuerza gravitacional te devolverá seis meses después.”

Quizá fue por eso que no deshice el equipaje que permaneció incólume durante meses al lado de la puerta del departamento. No tuve oportunidad de alcanzar lo que había proyectado. Sumido en extenuantes jornadas de trabajo dentro de una fábrica de autopartes transcurrieron seis meses, ingresé mucho más dinero que la ganancia total de todos los años laborando como oficinista del sector privado; pero la salud resultó mermada a tal punto que temí por mi vida. Tomé prestado dinero para pagar el boleto de regreso y otra deuda para costear el asiento donde estoy ubicado ahora.

Con la liquidez de dos salarios pude costear el presupuesto de gastos durante cuatro meses.

¿Cuál es el beneficio luego de sumas, restas y nuevas deudas?

Aguardé hasta el inicio del mes ocho para volver a la Amazonía. Necesito una limpia – me dije. Antes de regresar a la Isla, debo fortalecer mi espíritu. Inicio el proceso en el codo del río _______. En la margen derecha del tramo medio existe una trocha que conduce por la floresta a un río hirviente. Es el taller de un reconocido maestro curandero. Luego de la primera sesión me invitan a retirarme del albergue porque no puedo pagar la onerosa tarifa del tratamiento. Endilgan mi caso a un par de curanderos a tiempo parcial que viven en la ciudad junto al río. Paso una semana alojado en su vivienda, ni siquiera ellos están convencidos de la eficacia de la cura. Acostumbro pasar el día fuera y retorno al anochecer. Una tarde en particular camino hasta un campo baldío donde se ha improvisado un partido. Uno de los jugadores se sienta a beber a mi lado y pregunta el porqué de mi visita; se interesa y me hace saber que un tío suyo es curandero, respetado y tan poderoso, que puede curar de manera remota. Se ofrece a llevarme con él pero primero debe pedir permiso a sus padres. Ellos consienten. A la mañana siguiente partimos en la tolva de una camioneta hacia la gran ciudad de Mayushin. Una vez allí, debemos trepar a una mototaxi para otro traslado. A la altura del sexto km de la Carretera Belaunde se abre una trocha de acceso a innumerables asentamientos humanos establecidos tras la ocupación por mafias de tráfico de tierras. La carrera finaliza en la zona marcada como Monitor Huáscar. Se debe consultar con los vecinos para llegar a la vivienda correcta. Una anciana escarba en cuclillas la maleza de su pórtico. La mujer está casi ciega. Ella es la tía, nos invita a pasar mientras esperamos a que el tío vuelva del trabajo al final de la tarde. Una vez informado de mi presencia, toma asiento para oír mi historia, coloca su mano sobre mi pulso para hacer el diagnóstico. Puede encargarse, sin necesidad de hacerme dietar a cambio de una cantidad que puedo pagar. Acepto. Tenemos un acuerdo.


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El tío me entrega dos bancas y una sábana que serán camastro y mosquitero, respectivamente. Transcurren días y semanas entre purgas, mareaciones y masajes. Antes de finalizar su tratamiento pide más dinero para sellar la protección con un baño especial. Me refiere un puesto del mercado para comprar todos los ingredientes. La encargada del negocio me dice que debo volver en un par de días porque el stock de insumos está incompleto. Camino por los alrededores del estadio Municipal, me pierdo entre calles y jirones. Pido indicaciones en un local donde se lleva a cabo un comité cultural. También comparto mi historia con ellos y recibo a cambio una nueva referencia: Una casa-museo-taller de pintura. No está muy lejos de allí. Pero hay que andarse con cuidado en zona marginal. La puerta principal está abierta; adentro tres hombres reunidos bebiendo licor. Ninguno tiene pinta de pintor. El tercero permanece sobrio, finge no ser el anfitrión pero su EGO lo delata al pronunciar su nombre. Escucha con atención. Me invita a pasar a la casa interior para conversar en privacidad. Me hace saber el verdadero Maestro, su padre adoptivo, murió hace años. El se considera apenas un aprendiz. Prefiere presentarme con su Maestra. Ella podrá acabar con tu angustia – me asegura. Acordamos reunirnos una semana después, a bordo de una lujosa camioneta de doble tracción, el aprendiz me conduce a otro asentamiento humano, en dirección opuesta, más allá de Yarina-Cocha. La mujer aguarda en el frontis de la precaria vivienda. Está rodeada de una numerosa familia. Me presenta narrando todo el circuito de desavenencias hasta allí. Ella quiere asegurarse antes que no se me ha colocado “sello” alguno que impida el trabajo de su medicina. Toma asiento sobre una tarima. Coloca un balde de plástico entre las piernas. Enciende dos mapachos y fuma ambos a la vez. Escupe abundante saliva entre cada soplada sobre mi testa hasta consumir por completo el tabaco envuelto. El diagnóstico es benigno. Primero vamos a enderezar tu sueño – dice. Una semana de baños diarios, otras dos dietando plantas y finalmente la medicina suprema: Ayahuasca. En un mes estarás limpio – asegura. Desde aquella tarde me interno en su vivienda. Guardo silencio durante el día, me baño al atardecer y combato en el mundo de los sueños durante toda la noche. La dieta de plantas es estricta y rigurosa, solo está permitida la ingesta de plátano verde cocido en agua. La costumbre del hábito de comer desata un arduo conflicto mental para respetar la restricción. En pocos días presento estreñimiento. Al quinto día sin defecar empiezo a sentirme enfermo. Al sexto día la situación es apremiante, con mucho esfuerzo consigo evacuar y además, he ganado una nueva cicatriz: Hemorroide sanguinolenta, consecuencia de una dieta rica en almidón y escasa en líquidos. La última sesión del tratamiento inicia antes de la medianoche. He ingerido la decocción múltiples ocasiones en el pasado, pero ésta es diferente. En mi organismo ha germinado savia ancestral en completo ayuno y abstinencia. El efecto inusitado ocurre explosivamente desde los intestinos hasta el cerebro. Nauseas. Ceguera. Oscuridad. Destello de colores. Un taladro perfora mi cráneo en el punto preciso donde meses atrás un pálpito nudoso amenazó mi salud, pero no es una herramienta de metal, es una serpiente, una anaconda que ahora se desliza dentro del bulbo raquídeo, me guiña un ojo reptiliano y me hace saber a través de un seseo que todo estará bien en adelante. La frágil mujer que conduce la ceremonia hace metamorfosis y revela su esencia: Se ha convertido en una planta. Sus pies son profusas raíces, sus brazos son ramas y hojas las yemas de sus dedos. Cuando larga la voz para cantar, caen pétalos floridos de una copa arbórea que no alcanzo a visualizar. Pronuncia mi nombre y me aproximo. Mientras me habla acaricia mi rostro, frota mis sienes, dibuja diseños sobre mi pecho, me aconseja y ordena un código de conducta inviolable. Asiento aceptando sus preceptos. Con un chasquido de su lengua, el efecto psicodélico desaparece y enseguida caigo en somnolencia. “Descansa ahora. Ya estás curado. Tu familia está esperando en casa. Mañana volverás.” __________ Nuevamente en la cabina ______________ Con lágrimas de gratitud bendigo a la Mujer Planta. Así será hasta el final de mis días. En ese momento, la hemorroide late en tono amenazador. No puedo permanecer sentado más tiempo. Recorro los pasillos esperando el aterrizaje. Tengo la impresión que son pocos pasajeros a bordo del inmenso Boeing transoceánico. En una reducida sección encuentro menos pasajeros aún y los asientos parecen más espaciosos y confortables. Por primera vez desde el despegue, siento el deseo de dormir. Me acomodo en un asiento reclinándolo en posición horizontal. Uso el antifaz que llevo en el bolsillo. El confort concluye tan pronto como sustraje en letargo. Las luces se encienden, se oyen voces y pasos circulando por los pasillos. Me siento aturdido por el repentino bullicio y las lamparillas de lectura encendidas. Parece que sirven el desayuno. Pregunto a la sobrecargo si no hay problema en que consuma en la nueva ubicación. Ella parece no entender a qué me refiero. Aparece en escena otra mujer, me pregunta con amabilidad si deseo comer pato. Acepto y de inmediato lo sirve sobre una bandeja con muchos otros pocillos individuales Clásico menú japonés: Calidad, Variedad, Minimalismo, Segregación. Una vez engullido el bocado, olvido el deseo de siestar y regreso a mi asiento original. Miro por la ventana, La Aurora está próxima. Hojeo una revista. Anoto apuntes. Mientras divago en pensamientos algo cambio de súbito. El ambiente de la cabina se enrarece. Me siento inquieto. Me arden las orejas. Algo se aproxima. Me aborda la jefa de la tripulación – la misma mujer que me sirvió el desayuno – esta vez, su rostro no muestra residuo de amabilidad. Me increpa por fraude y exige le entregue el pasaporte. Al rehusarme, amenaza diciendo que me impedirá el desembarqué y que alertará a la policía. Me advierte de la inflexible rigurosidad de La Ley en territorio japonés y por último, ordena a los tripulantes varones que permanezcan a mi lado como custodios. Una sensación de escalofríos se dispara fugazmente. Desde las profundidades del olvido afloró aquel sueño acaecido meses atrás al invocar al Ancestro en mi auxilio. Entonces comprendí lo que me anticipaba. El sueño se ha convertido en una pesadilla. Una vez completado el aterrizaje, la enardecida mujer cumple con su promesa. Dos oficiales uniformados acuden a su llamado y me escoltan a una pequeña oficina. Luego de una bochornosa revisión física y pesquisa telefónica, el departamento de migraciones confirma que no presento antecedentes delictivos y bajo la condición de compromiso a pagar la exorbitante diferencia tarifaria entre primera clase y clase turista, el oficial me entrega a la custodia del representante local de la aerolínea mexicana quien me acompaña hasta el área de llegadas internacionales de La Terminal. El joven pregunta por la persona que firmará como aval de la carta de pago. Hasta ese momento incomunicado, ignoraba que el contratista me había dejado un mensaje cancelando su oferta de trabajo. Nadie iría a buscarme. Estaba solo y bajo mi entera responsabilidad. La angustia se extiende durante una hora. Aburrido por la larga espera, el agente se levanta mientras hace una llamada telefónica. Camina en línea recta sin volverme la mirada. También me disparo del asiento y camino en dirección opuesta. Aprovecho el tumulto que suscita una entrevista en vivo a un surfista extranjero, me confundo entre la muchedumbre. Empujo raudamente el coche de equipaje hacia el elevador. Presiono el botón y cargo las maletas. Desciendo al andén de la línea férrea. Sin saber hacia dónde me conduciría abordé el vagón más próximo.


Puesto en marcha el tren, tras un suspiro de profundo dolor, inicia la segunda parte de la historia.



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Cap.05.- La Voz Existe


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Sentado en la banca de un parque observo a una pequeña niña que domina el balón bajo la estricta mirada de su padre. Los pies me trajeron hasta este parque de arena y grava mientras la turbada cabeza se batía en resolver nuevo asunto: He salido del apato llevando bajo el brazo un sobre con documentos de importancia. La solicitud del visado de residencia. La aplicación debe presentarse adjuntando los siguientes anexos que justifican la extensión del permiso de estadía en esta Isla. Contrato de trabajo, Certificado de No adeudo al Impuesto de Residencia y una carta aval firmada por un garante que respalde la honorabilidad de tu nombre. Además del formato incompleto no tengo más que algunas monedas sueltas en el bolsillo. Dos meses atrás mi suerte era más favorable pero cambió inesperadamente entre cuervos y madrugadas. ¿Cómo te fue hoy en el trabajo? – pregunta la mujer mientras desayunamos en su refugio. Se acabó. ¿Qué quieres decir? Que se acabó. ¿Acaso renunciaste? No; ellos me invitaron a retirarme. No pueden despedirte, menos ahora en estado de emergencia, es ilegal. Pues ya lo hicieron. ¡Debes denunciarlos con el sindicato; no permitas que se repita la injusticia de la fábrica de autopartes! No deseo involucrarme en disputas legales; prefiero dejarlo así. ¿Por qué no quieres defenderte? Me han amenazado con interponer una denuncia. ¿De qué te acusan? Acoso sexual laboral. ¿Eso hiciste? No lo hice. ¿Qué ocurrió? Obsequié un chocolate a la secretaria que sirve el café. ¿Y qué con eso? A su jefe no le agradó la osadía. No es motivo de despido; es absurdo. Es que no lo hicieron. No te entiendo. Me hicieron saber que no renovarán el contrato. ¡Aun así es ilegal! Es su decisión. ¡Deben anticiparte con un mes de antelación! Lo hicieron. No te entiendo. Hoy se cumplió la prórroga. Algo pudimos haber hecho para defenderte ¿Por qué callaste? Prefiero perdonar y olvidar; Tú deberías hacer lo mismo. ¿Y ahora, Qué harás? ¡Dormir! Hace cinco meses que no duermo las noches. Padezco de estreñimiento crónico y persiste el desgarro en la ingle. ¿Aún sientes dolor? Es una hernia, no desaparecerá. ¿Quieres que te acompañe al hospital? ¡No deseo volver jamás! Tienes que hacerlo; el Doctor ordenó una biopsia al tumor de tu estómago. Quizá ese Doctor sea un absoluto incompetente y esté equivocado. ¿Por qué dices eso? ¡Tú estuviste ahí, él dijo que esta hernia era una inflamación pasajera! Si quieres vamos a otro Hospital. Buscaré segunda opinión pero fuera de esta Isla. Necesitas conseguir pronto un nuevo empleo para tu manutención. Eso ya lo sé. Si quieres llamo ahora a la agencia. Olvídalo. ¿Por qué? Fueron ellos los que me condicionaron a renunciar para colocarme al trabajo de almacenes. Algunas veces reciben personal de regreso. No deseo volver allí. Quizá te colocan en un lugar diferente, lejos de la cocina y los frigoríficos. Me refería a la fábrica toda. ¿Qué pasa ahí? Tú deberías saberlo; hace diez años que les vendes barato tus noches de sueño. Pero tú trabajarías de día. He tolerado suficientes humillaciones. Así es por aquí; sobretodo si no hablas el idioma. No es restricción para acceder al trabajo. Esa es la cruda realidad de los migrantes; no podemos reclamar. Es el lado negativo de las cuantiosas ganancias. Todo tiene un precio; incluidos nosotros. Por eso prefieren contratar a jóvenes vietnamitas antes que a descendientes latinos; ellos son más baratos. No me refería al salario. ¿A qué entonces? A la dignidad, Dónde quedó? ¿A qué te refieres? Jamás recibiremos un trato igualitario porque somos extranjeros, a cambio de dinero vendemos nuestro tiempo, energía y talento; trabajamos para ellos, sus industrias, su economía, y una vez cumplida nuestra vida útil seremos descartados y reemplazados. Pero eso ocurre en todas partes. La diferencia la hace a que dedicas toda una vida de trabajo. ¿Por qué trabajamos para este lugar en lugar de hacerlo en nuestro lugar de origen? Porque aquí hay más trabajo, más seguridad. ¿Qué más? Dilo sinvergüenza. Por el dinero; aquí se gana mucho más dinero y no hay que preocuparse de que nos lo roben. ¡Exacto! Eso es lo que importa, el resto es solo predicado; Estamos aquí por dinero. Pues, sí y por la calidad de vida también. Es una trampa. ¿Por qué lo dices? ¿Acaso no lo has entendido? Dímelo. Por dinero abandonamos nuestro hogar, dejamos a nuestra familia atrás, renunciamos a los derechos ciudadanos creyendo que alcanzaremos la prosperidad con bienes, riquezas y poder adquisitivo; una vez que poseemos lo material, no importa cuánto consigas acumular, persiste el vacío en el espíritu; el afecto que pretendemos alimentar a distancia se deteriora más rápido de lo que conseguimos compensar remesando dádivas, ese acto nos imprime la idea del deber cumplido, justifica nuestra ausencia, nos motiva a continuar. Bajo esa dinámica de asistencia, el sentimiento se pervierte, se envilece y degenera en dependencia, conveniencia. Un vínculo profanado por la contraprestación de interés. Ningún miembro gozará de bienestar mientras esté escindido y el núcleo fragmentado. Nada es lo que parece aquí ni allá; Hemos caído en una burda trampa; Fácil resulta aceptar el yerro y continuar con el engaño en silenciosa resignación; Lo complicado es tener el coraje de escalar desde las honduras del hoyo y regresar a la luz de la superficie. No puedo creer lo que acabas de hacer con la venda que llevaba sobre los ojos; de un solo tirón me has despertado del sueño en el que estaba paralizada. Nunca oí hablar a alguien así por aquí. Ha transcurrido un año completo desde que te encontré a bordo del tren que partía del Aeropuerto. Intercedí para que mi contratista te colocara en la fábrica de alimentos. Luego aceptaste su propuesta y cambiaste a descargar camiones de mudanza durante las madrugadas. Siendo tan joven, apuesto y soltero, me asombra que no hayas caído en los vicios comunes entre la gente de tu edad. A pesar de todas las agresiones que has recibido prefieres evitar el conflicto y permanecer en silencio; Resistes alejado de tu familia, te sobrepones a la aflicción de la soledad y eres capaz de reflexionar profundo y expresarte con claridad. Lo único que puedo agregar es que… "No me arrepiento de haber abierto mis puertas y dejarte entrar a compartir este espacio." Te agradezco también, por permitirme estar aquí ahora. Ahora dime, ¿Qué harás? ----- Nuevamente en la banca del parque ------ Aún no lo he decidido. Debería abordar el tren para presentarme en Niuka/Oficina de Migraciones pero una sensación indescriptible me embarga, una mezcla de melancolía y protesta, es como si el niño en mi interior reclamara en desacuerdo. Mirando en retrospectiva, tampoco he conseguido lo que me había propuesto alcanzar en este segundo intento. El escaso tiempo libre que resta del trabajo y las restricciones impuestas por la pandemia, abonaron a favor de la procrastinación de lo que realmente quiero hacer. ¿Cómo resolver este dilema? ¿Quedarse o marcharse? Abrumado por la indecisión, recosté la espalda en la banca invocando ayuda. Una guía, si quiera una señal. Fue entonces cuando oí por vez primera La Voz que habló así: “¿En verdad crees que siquiera algo de lo que ocurre escapa de la voluntad del Altísimo Creador?" Quedé perplejo por que las palabras que sonaron tan lúcidas y serenas no fueron concebidas en mi pensamiento; producían sosiego y determinación para actuar. La niña pierde el control del balón, este rebota un par de veces y rueda lentamente hacia mí. Me incorporo para entregarlo con un toque suave. Al golpearlo con el lado interno del pie, el tiempo se detiene. Recuerdo la sensación de felicidad grabada en la memoria. El planeta es el balón a mis pies. Con una sonrisa bajo la mascarilla bendigo al emisor de la voz: “Quien seas, te agradezco por manifestarte conmigo.”



Cap.06.- El Abrazo del Alma:





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Mi rutina es la siguiente: Despierto antes del Amanecer, pongo a hervir un litro de agua sobre la estufa eléctrica, bebo una limonada caliente, tomo una ducha fría mientras hago cocer el almuerzo: Un maíz y papas. El servicio empieza a las 8 horas. Debo emprender la marcha a las 06:30 para llegar con tiempo suficiente para asearme, vestirme y alimentarme. Antes de salir del apato, recito un salmo, hago una oración y camino en ayunas durante 70 minutos, hasta la parte alta de una colina donde está erigido el inmenso hangar donde me gano la vida apilando cajas y reciclando cartones. No es un trabajo a jornada completa, apenas un Arubaito/ trabajo eventual por horas. Mis compañeros de servicio son hombres jubilados de 70 años y jóvenes latinos angurrientos que no desperdician ocasión de lucro. Acepté la oferta por tres motivos: Primero, porque recibí por completo el periodo máximo de subsidio de desempleo. Segundo, porque no hallé mejor propuesta en la península donde residía. Tercero, Porque la ciudad está emplazada en lugar estratégico. Mudarme aquí, me aproxima a lo que realmente quiero hacer. Estoy muy cerca, tanto que despierto, como y me acuesto observando mi objetivo. Pero debo aguardar un poco. El trabajo parece sencillo durante la demostración de cinco minutos. El desafío exige danzar con una bestia regurgitante y no lastimarse hasta que se detenga la música que dura dos tiempos de cuatro horas. El monstruo avanza reptando por todo el perímetro, es bicéfalo pero parece infinito. Se alimenta del contenido de los camiones, piedras de peso y tamaño disímil, que vomita aleatoriamente en función a la distribución de pedidos. Una manada de macacos aguarda expectante en ramificaciones que llaman “líneas” donde se clasifica el despojo, se apila balanceadamente dentro de daisha/góndolas móviles, una vez rellenas, se entrega el carrito y repone por uno vacío. Parece divertido pero no lo es. La sierpe no detiene su marcha. Si se acumulan demasiadas rocas obstaculizando sus fauces, se activa el canto de un gorrión rojo, un chirrido de baja frecuencia que no representa riesgo de pérdida auditiva pero tiene potencial desquiciante a mediano plazo. Al cierre de las primeras cuatro semanas, he perdido ocho kilos de peso y tanto mineral en la orina que mis articulaciones crujen como bisagras viejas. La contratista es una mujer de seis décadas ataviada en un corsé de artificio que facilita veinte años de ligereza. Una mercenaria de polenta. Me sorprendió poco su verdadero comportamiento, parece que la carencia de escrúpulos o la predisposición a la deshumanización a cambio de dinero fuese requisito para ejercer el oficio. Concluido el primer mes, me extiende un nuevo contrato, el anterior era de mentirita, solo una prueba para comprobar si cumplía con el trabajo sin quejas, faltas ni tardanzas. El documento está impreso en dialecto local así que me rehúso a firmar e inquiero una copia en español. “Todos firman sin hacer problema; todos reciben su pago sin falta; esta es una empresa seria; No entiendo por qué tu desconfianza. La firma implica aceptación y compromiso. ¿Cómo suscribir desconociendo las condiciones? Tradúcelo por tu cuenta; nosotros no hacemos eso por nadie – vocifera ella. Lo que Usted pretende es injusto. No tengo tiempo para perder, ¿Firmarás o no? En ese momento, La Voz me susurra al oído la misma advertencia que recibí cuando la mujer me recogió en la estación del tren: “Será mejor que no la desafíes.” Entonces, imprimo el sello familiar en el documento y ella finiquita el impasse: Muy bien, vuelve ahora al trabajo. La semana siguiente, la mujer vuelve a buscarme tan agresiva como una fiera. Me hace saber que el Jefe encargado de domar al monstruo ha llamado a su oficina para informar que no desea de mis servicios ni un día más. No está conforme con la manera en la que levanto las piedras. Muy lento. Muy quisquilloso con el cuidado de la correcta postura del cuerpo. Continúa vociferando hasta que llega al punto de ebullición: ¡Llevo treinta años en este negocio y jamás pasó por aquí alguien tan inútil como tú! ¡Te acabo de renovar el contrato y has sido despedido el primer día útil del mes! ¡De haber sabido que no podías cargar peso no te hubiese aceptado! Ahora debo pedir el favor que te permitan continuar porque no puedo incumplir el contrato. Pero estás avisado desde ahora muchacho. ¡El último día del mes, te regresas por donde viniste! Y por cierto, ya me avisaron que no te presentaste el día sábado, ¿Dónde estuviste? Ella no adivinaría jamás y tampoco estaba dispuesto a contarle la historia. En mi interior albergaba la victoria máxima. No obstante, la templanza frente a la humillación, algo putrefacto se había desdoblado de su interior intentando penetrar mi armadura. No conseguí disipar el fétido miasma que escupió en sus imprecaciones. Durante toda la jornada el acoso fue incesante sofocando incluso mi respiración. Al final de la tarde hui despavorido del lugar sintiéndome perseguido por un espectro maligno. Demoré 20’ en descender a la base de la colina, necesitaba hallar un lugar apartado del tránsito para contemplar la puesta del Sol. Corría desorientado, alterado producto de la usurpación de un kami/espíritu. Mientras enfocaba la vista para evitar un accidente repasaba las fases de mi preparación previa: He forjado el espíritu y la fuerza de voluntad cruzando a pie desiertos, valles, montes y montañas, ascendido hasta las cumbres de nieves perpetuas, descendido al llano Amazónico, he dietado plantas, recibí protección y oraciones de bendición pero nada consigue repeler efectivamente los ataques de la Oscuridad. Es verdad que aquí habita el Demonio. Estoy perdido en sus dominios.


Caigo de rodillas en un parque y dejo caer el peso del tormento que me embarga.


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“Señor, ¿Por qué me has abandonado?”

Me siento sobrecogido por el tono de mi voz: No es solo un clamor, es un alarido de desesperación. Por primera vez, experimento el terror por dentro.

“Apiádate de mí, Señor.”

No caen lágrimas, mis ojos están secos, mi interior está deslucido.

“Necesito un abrazo.” – suplico de rodillas.


Después de veintidós meses de naufragio, allí mismo lo recibí.

Una luz cálida me envolvió confortando el hálito. Sentí levedad del cuerpo. La cerradura del entrecejo se abre y recibo consuelo de un ser alado.

Experimento una fugaz visión que me avergüenza: Mi historial de actos impuros, vicios y recaídas:

Tabaquismo, alcoholismo, ludopatía, drogadicción, pornografía, ninfomanía, fornicación.

Entre una y otra nube gris, se dejaba apreciar el vuelo de un ave maravillosa.

Entonces entendí el mensaje del ser celeste:

Jamás he estado solo.

Siempre fui rescatado por un ángel del Señor.

He andado ciego y sordo por el sendero de la Vida.

Mi consciencia yacía secuestrada bajo el yugo de las tinieblas.

Ahora, estoy despierto.

Bendito eres y alabado seas, Jehová Altísimo Señor Creador del Universo.

ZOHAN CALEB / El Renacido

Lima, Año Lunar 22, Día Primero.



Cap. 07. La Heredad:





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Crecí oyendo muchas historias acerca de un lejano lugar llevado a otra costa por un joven migrante a bordo de un barco de la corona británica en el siglo XIX. Ese joven recibió una nueva identidad, acordó un matrimonio, engendró hijos, quedó viudo y envejeció lenta y tristemente. Mi ancestro cerró su historia de desarraigo embriagado de alcohol, melaconlía y depresión. Mi abuelo decidió suprimir su genealogía y a partir de su nombre forjó una nueva historia. Migró a la ciudad capital llevando a su familia. Emprendió un negocio que asumiría mi abuela y él se dedicó al comercio; al juego, las apuestas, la bebida y el tabaco también. Todo el beneficio de los años de bonanza se dilapidó sin formar patrimonio. En su lecho de muerte mandó llamar a sus tres vástagos para repartir su legado por igual en tres máximas: No beban. No fumen. No titubeen a la hora de comprar. Los hijos mayores honraron su voluntad. Mi padre, fiel a la memoria del suyo, se dedicó a ahondar en los placeres mundanos conduciéndose él también a otro episodio de desarraigo. Como este hombre viejo aún vive y goza de vitalidad y muy buen ánimo y como de antemano, conozco la herencia a legarme, He de anticiparme ahora para modificar algunos términos del Testamento. Dónde antes decía: "No beber, fumar ni titubear..." Léase así: Ve(*) lo más lejos que puedas y asciende lo más alto posible, para que cuando llegue la hora de la partida, te marches sin remordimientos y agradecido por lo vivido.



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Este ascenso significó más de lo que pueda expresarse a través de palabras.

Demandó mucho esfuerzo, sacrificio y fuerza de voluntad.

Una prolongada espera debida a las restricciones de la pandemia.

El peso a cuesta de las espaldas excedió lo que un individuo pueda acarrear:

Cien años de migración a lo largo de tres generaciones. Tres historias envueltas en la penumbra del olvido dignas de ser rescatadas y honradas en justa medida más allá de éxitos y fracasos mundanos.

A ellos les adeudo la experiencia vital. Sus pasos previos me trazaron la senda.

Aguardando de pie en la cumbre más alta sobre el Océano Pacífico a tiempo para presenciar un glorioso Amanecer, he invocado sus nombres y desde mis adentros se manifestaron a mi lado.

Juntos presenciamos el milagro de La Luz que purifica todo rezago de mácula y rencor.

Ahora Ella es parte de nuestro código genético. Es la nueva Heredad que hemos de legar a la generación futura.

Antes de emprender el descenso, ofrendé una oración y bendición a su sosiego eterno.

Misión cumplida, Amados ancestros.


Añádase también esta adenda.

Al momento de la cremación, sea leído el siguiente epitafio:

Nacido pobre. Y muerto más pobre aún. Nada es lo que parece.

Compra La Verdad y no la vendas. Proverbios de Salomón. Cap. 23.


Además, una ratificación al manual del buen jugador:

La hora es la hora.

No titubees al momento de retirarte.

No te distraigas con ilusiones de grandeza material, puede que caigas de bruces en el desengaño.

La Vida está afuera, pero La Verdad yace dentro.

En este Universo, no existe mayor bendición que La Luz.

Una vez que brille en tu interior, arrostra a la Oscuridad, Caballero de La Luz.

Conviértete en Montaña.

Ese será tu mayor legado para los tuyos.

Para los nietos de los que aún no nacieron.

A ellos, el encargo de cumplir mi última voluntad:

Las cenizas de mi urna deberán verterse en partes iguales:

La primera a los ojos del Apu Pariaccacca.

La segunda, al ojo de Carhua Cocha.

Solo así, comprobarán in situ la veracidad de la historia de iluminación del Ancestro Autor.

A M E N



Nota:

(*)Ve del verbo mirar, no del verbo ir en modo vagabundo.






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