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*** La Conversión de Caleb ***

  • cavernico9
  • 14 abr 2022
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 15 abr 2022

Apartados:


Advertencia:

Esta NO es una lectura express de entretenimiento y/o distracción.

Debido a su extensión y relevancia, se decidió compartir el material para que una vez distendido el relato sirva como inspiración de autoanálisis y meditación en vísperas de la Pascua.

Tan ambicioso propósito amerita una ---->

Justificación:

Una oveja descubrió un agujero en la cerca y se escabulló a través de él.

Estaba feliz de haber escapado.

Anduvo errando mucho tiempo y acabó desorientándose.


Entonces se dio cuenta de que estaba siendo seguida por un lobo.

Echó a correr y a correr..., pero el lobo seguía persiguiéndola.

Hasta que llegó el pastor, la salvó y la condujo de nuevo, con todo cariño, al redil.


Y a pesar de que todo el mundo le instaba a lo contrario,

el pastor se negó a reparar el agujero de la cerca.


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Dedicatoria:

El Autor deja expresa constancia de

Satisfacción por llevar a cabo anhelada publicación cuyo manuscrito fue redactado hace nueve meses.

Gratitud con la divinidad,

por haberme preservado con vida en el descenso de cada ascensión a los Alpes Japoneses donde interioricé La Luz.

Gratitud con Sócrates por su Mayéutica.

Gratitud con Reverendo Padre Juan Serpa Meneses, por una vida de ejemplar obra que proveyó alimento y educación gratuita a miles de niños pobres.

Conclusión:

Al acceder a este título, Usted accede al testimonio de un varón que aspira a convertirse en Montaña

cuya historia, pasado presente y futuro concitan en torno a la inquietud primigenia.

¿Para qué estamos aquí?

¿Qué acontecerá al sobrevenir la Muerte?

¿Qué hay más allá?


El hombre que adopté como Maestro solía decir:

“Prueba el sabor de la fruta por ti mismo.”

En profunda gratitud como retribución a sus enseñanzas y respeto a quienes deseen abocarse en su propio descubrimiento, culmino esta publicación declarando tres sentencias:


Primera.

Pocas veces experimenté pleno sosiego, paz interior, ausencia total de deseo e indistinto afecto por el género humano.

Cada vez, fue producto de la ingesta de decocción de plantas en la Amazonía.

No obstante, aquella sensación de plenitud se evapora tan pronto UNO interactua con las personas citadinas y las consecuencia residuales pueden conducir a la locura si no se profesa FE alguna.


Segunda.

Solo a través de la denodada práctica de la oración conseguí expiar los espectros que succionan la luz interior y recibí la dicha de la comunión con el plano celestial.


Tercera.

Bendito y alabado sea el Padre Todopoderoso que ha intervenido siempre oportunamente antes de yo cometer insalvables errores.

Con un solo soplo de su voluntad dos torpes manos impidieron la degeneración de la psique por toxicomanía y ahora, por la verbigracia de su inspiración, dos torpes manos redactan a puño y letra bendiciones a su Santo Espíritu.


A M E N


Pascua de Resurrección.

Lima, Abril 14.

Deslinde1:

Este relato está alineado con la veracidad de los hechos y cumple con el código de honor de caballero que exige imprecisa memoria para aludir identidades de los personajes que intervinieron en los hechos.

Cualquier parecido a un personaje real, en aras de preservar honras mancilladas, no será casualidad.

Deslinde2:

El nombre del Creador ha desatado beligerante impiedad, conflicto, persecución y asesinatos desde los anales de La Humanidad.

Cada Credo cree poseer la verdad absoluta frente a las demás.

Si Usted, amable lector,

se siente intimidado a llamarlo ALLAH por la estigma de la yihad...

si siente aversión al fanatismo cristiano de llamarlo JEHOVA...

si prefiere abstenerse de incurrir en esoterismo judío al llamarlo YAHVE...

Si pronunciar la palabra DIOS le produce urticaria en los labios...

Prueba con otras, elija a su gusto:


SHIVA/ ANU / ATON / KUKULKAN/ QUETZALCÓATL / WIRACOCHA / TIKI / ZEUS / ODIN


O si prefiere: Gran Espíritu Omnipotente.


La FE es Universal y acorde a la idiosincrasia de cada nación.

El creador sin importarle como pronunciemos su nombre es UNO, absoluto e indivisible a su creación, eso nos incluye a la comunión con él.

Aquel ser humano que haya decidido prescindir de la FE estará condenad@ a perecer en constante tribulación.

Recuerde que …

a) El Vicario de Cristo, resguardado por la guardia suiza en la ciudad-estado Vaticano.

b) Católicos, los Reyes de Castilla, Navarra y Aragón.


A buen entendedor…

¡Bienvenido a la lectura!

Invitación:

Acompáñeme en esta oración:


Padre-Madre

Respiración de La Vida

Fuente del Sonido

Acción sin palabras

Creador del Kosmos

Inventor de la Naturaleza

Canción que se renueva de tiempo en tiempo

Mi Señor,

Tú eres La Luz

Tú eres la Verdad

Tú eres Perdón

Y eres Amor

Tú,

Solo Tú y nada más que tú,

Existe en este Universo Kósmico.

¡oh, Señor!

Haz de mí,

Un instrumento de tu Paz

Para que donde haya Odio

Ponga yo Amor

Donde haya error…Verdad

Donde haya duda…Fe

Donde haya desesperación…Esperanza

Donde haya tinieblas…Luz

Donde haya tristeza…Alegría

¡oh, Maestro!

Haz que Yo

No busque tanto…

Ser consolado como consolar

Ser comprendido como comprender

Ser amado como Amar

Porque

Dando… se recibe

Olvidando… se encuentra

Perdonando… se recibe el Perdón y

Muriendo… Resucita UNO a la Vida Eterna

¡Que eres Tú, Señor!

Bendito eres y alabado seas,

¡Oh, Jehová!

En nombre de tu Amado hijo Jesús


A M E N


Y al finalizar la lectura, regresa aquí para oír apenas dos minutos:

https://www.youtube.com/watch?v=3EVrODKzDW8

Prefacio:

La semilla de la sabiduría divina se sembró en tiempos de Adán

germinó en tiempos de Noé

brotó en tiempos de Abraham

se convirtió en árbol en tiempos de Moisés

dio frutos en tiempos de Jesús y

produjo vino puro en tiempos de Mahoma


OMAR SUHRAWARD


Año 13 ***


El relato inicia en un piso con vista a las calles de Miraflores.

Con las manos vacías completo un efusivo abrazo de felicitación a la cumpleañera por su onomástico.

Ella sonríe y señala la bienvenida a la jungla mientras regresa al ajetreo de atención a sus invitados.

Procuro pasar desapercibido mientras recorro la espaciosa sala sin comedor, me dirijo hasta las amplias ventanas, desde allí supuse que podía observar el ecosistema en el que me hallaba inmerso.

Un mozo se aproxima al alcance de mis largos brazos, tomo una copa y bebo vino espumante, lentamente recorro el salón con la vista y me pregunto, ¿Cómo fue que me metí en esta incómoda situación?

Acostumbrado a la condición de rara avis, esta vez había superado con creces el desarraigo, los asistentes eran miembros o aspirantes a la fama escénica. Por primera vez, experimento apabullamiento sin exposición directa. El titubeo existencial ha encendido el radar de un predador homosexual. Percibió mi orfandad social y me aborda con desinhibida lascivia. El tipo además de guapo es encantador; excelente narrador de historias, me hace saber que de su madre - reconocido rostro del periodismo televisivo - además de la extroversión, poder de convencimiento y gusto extravagante, heredó un linaje que puede rastrearse hasta una pequeña isla habitada del mar Egeo.

A la tercera copa ya había superado la frígida barrera del contacto físico. ¡Tremendo rosquete!

Atenta a la desvergonzada táctica de seducción, la anfitriona acude a mi auxilio y con refinada excusa me conduce a la salvaguarda de otro círculo menos pecaminoso. Procede a presentarme, estrecho manos e imprimo besos en tersas mejillas, uno a uno hasta llegar al turno de alguien a quien finjo no haber visto actuando en cine y tv desde que tengo uso de razón. En vivo, su apariencia resulta más humana.

El personaje será sindicado como DB.

Algo he notado en el fugaz contacto visual durante el apretón de manos,

¿Dónde he visto antes esa mueca que no llega a ser sonrisa?


Año 10 ***

Este episodio aborda un desencuentro que ocurrió en una playa del Sur, más allá de Asia, en la tormentosa edad de la adolescencia.

Más que desencuentro fue un engaño porque la fémina -hoy Socialité- jamás se presentó a la cita. Una de las peores noches pasadas a la intemperie.

Al amanecer, tras un rápido chapuzón regresé a la carretera y abordé el primer bus de regreso a Lima.

Tres horas después, en una marisquería bastante alejada del mar, ocupé una mesa con vista a la calle, ordené un ceviche que me supo a derrota por la frustración del desplante. El primero en mi novel vida. Me retiré pensando que no habría nadie más desdichado en ese momento y lugar.

Gran sorpresa me causó encontrar a un mancebo de mi promoción venido a menos en insólita condición, apenas conseguía mantenerse en pie, no estaba ebrio aunque parecía, apoyando la espalda al poste de alumbrado, su desencajado rostro lucía falto del hueso que asegura la mandíbula en su lugar. Al reconocerme en cercanía, intentó disimular lo insalvable con una conversación casual, pero el simple diálogo quedaba más allá de sus posibilidades, incapaz de devolver la mirada, comprendí el porque de su lamentable estado psíquico:

Las drogas dejan siempre un residuo en la mirada.

También él lleva las siglas DB.


Año 22 ***

Al reencontrarnos, tres años después de mi emigración, aún su mirada albergaba cierto grado de reserva y vergüenza, habían transcurrido doce años desde el lamentable episodio de crisis de abstinencia, a nivel subconsciente, su niño interior se sentía en deuda conmigo, no obstante, el sentimiento es mutuo y más aún, debido al efecto de prelación de eventos.


Ocurrió en un viejo predio que servía como local de producción artesanal de pastelería. Además del área de proceso, descarga y estacionamiento, restaba una habitación doble, ambas amobladas con camas y colchones. Una prole de galifardos concurría asiduamente a destruir cuerpo, mente y espíritu en el inframundo de la drogadicción, fornicación y orgías. A su turno, cada mancebo utilizó esos viejos catres para el coito. No fueron pocos las niñas que entregaron su virginidad en ese inmueble.

Sin embargo, esa fría noche de invierno del año 07 estuvo reservada para la tribu.

Se había convertido en insano ritual el prolongar el consumo de alcohol alternando pitadas de bates de marihuana. Conforme transcurría avanzaba la madrugada, se extendía la necesidad de incrementar el grado de octanaje a través de un ayudín químico contenido en un envoltorio de papel periódico que ruleteó entre los parroquianos hasta llegar mi turno. Antes que fuese posible la inhalación, un par de torpes manos golpearon las mías provocando que el polvo blanco se esparciese en el piso, al levantar la mirada para recriminar al culpable por su torpeza, encontré la mirada de un muchacho que ya experimentaba el efecto neuronal.

Apenas alcanzó a decir:

“Esto no es para ti, causita.”

Quince años después, estábamos de pie, ambos chiquillos uno frente al otro, adivinando las facciones bajo las mascarillas, comentando que dura se había vuelto la vida pospandemia; él había ganado más peso, El Autor lo había perdido además del cabello, él conducía una nueva furgoneta para distribuir sus productos, El Autor andaba a pie calzando sandalias viejas, pero algo más cargaba él, algo imperceptible a simple vista, un espectro metafísico que impregna y desluce el brillo del Alma, solo reconocible mediante privaciones de dietas.

Concluida la cháchara, me acerqué para estrecharlo con un vigoroso abrazo, atrás quedaron los días de los amistosos besos en las mejillas barbadas, esta vez su interior parecía estar hueco, agujereado, le hablé cerca al oído para hacerle saber cuanto afecto le guardaba pues lo consideraba un hermano. Más, no obtuve respuesta recíproca, apenas una prolongación de risa nerviosa que me dejó un siniestro sibilante en sus pulmones.

Antes de despedirnos, le dije que tenía la certeza que nos reencontraríamos pronto si fuese voluntad del Padre Creador.

El efecto fue inmediato: Como una descarga eléctrica en su interior, el reflejo de la sacudida deshizo el apretón de manos.

Desde entonces, hemos coincidido muchas veces por los alrededores del vecindario, en todas ha elegido desconocerme desviando la mirada.

Me he sentido apenado, no por su repulsión, sino porque ya había sido advertido con antelación que ocurriría.

Entonces recordé las palabras que compartió Hugo Almanza Durand* acerca de la amistad y ratifiqué la trascendencia de las reminiscencias que esporádicamente afloran desde el subconsciente generando explosivas fracciones de lucidez dejando regocijo como efecto remanente por la magnitud de la experiencia fugaz.

Algo así como un FLASH* tras una dosis intravenosa.

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*Nota 1.- Reflexiones Habladas, disponible en la plataforma Spotify.

*Nota 2.- Si está interesado en el asunto, acceda a un visceral relato que no pude digerir completo tras dos intentos consecutivos.

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Con todo, la narración no justifica en su real dimensión el motivo de la conversión, para esto debemos adentrarnos más profundo en la memoria:


1. Adoctrinamiento: (´96 – ´07)

Una vez superada la angustiosa transición embarazo-alumbramiento-lactancia-infancia, surge para los novatos padres un nuevo desafío:

Elegir un colegio que ofrezca la mejor combinación de tres aspectos: Ubicación / Calidad / Costo.

Mal que bien para el desarrollo de esta historia, la solución yacía en un colegio parroquial erigido a base de donaciones en un barrio marginal sobre el puente del Río Hablador.

Gracias al emprendimiento y liderazgo del párroco de ese barrio deprimido, El Autor recibió educación básica integral y experimental gratuita durante trece años ininterrumpidos.

Para calificar a la inscripción de admisión debían cumplirse dos requisitos indispensables: Haber sido concebido producto de un matrimonio celebrado en Iglesia y haber sido perdonado del pecado original.

Ellos se encargarían de impartir los siguientes sacramentos: Eucaristía y Confirmación.

Las clases no iniciaban sin antes haber pronunciado la oración matutina y cantos de alabanza; hacia el mediodía, una melodía a través del megáfono obligaba a levantarse del asiento para recitar el Angelus.

La religión se impartía como un curso obligatorio que conminaba a asistir a la homilía dominical, sustentando al día siguiente la asistencia con un sello y una redacción síntesis del evangelio leído.

Los educandos comprendidos en el rango etario entre 11-16 años debían separarse de la familia durante un fin de semana al año para asistir a un retiro espiritual en la casa de campo que llevaba el nombre del inmortal fundador salesiano conocido también como DB.

En ese predio recibimos, además de tres generosas comidas inaccesibles para muchos hogares, una contundente admonición a prestar oído a una perniciosa historia publicada con fines de lucro en el año 03, por un tal DB: El Código Da Vinci.

Las temibles evaluaciones trimestrales fueron postergadas acorde al luto por el fallecimiento del Papa Peregrino.

La tarde del 19 de Abril del ´05, los escolares formamos en el patio para sumarnos a la algarabía por el humo blanco en la Plaza de San Pedro que marcaba el inicio de la era de Benedicto XVI.

La tercera semana de Noviembre del ´06 se llevó a cabo el acto que condicionaba la graduación escolar: La Confirmación del Credo. Previa preparación dominical a la que no era extraño asistir cargando la resaca del desvelo de las fiestas de las compañeras quinceañeras.

Finalmente, en el año 07, debíamos ejecutar el plan para el que habíamos sido formados:

Cada mes de Setiembre y durante tres días de oración, la efigie de la virgen patrona importada desde una abadía catalana, recorría las calles del populoso barrio en procesión.

Cada año, el máximo honor del homenaje se concedía a la promoción escolar formada bajo los preceptos de la Iglesia. La parafernalia, como todo rito religioso, fue apoteósica.

El acto solemne requería un filtro (estatura) y selección (carácter).

Del universo elegible, la muestra representativa homogénea se redujo a una cuadrilla de mancebos. Y de ese reducido grupo, la responsabilidad mayúscula recaía en el liderazgo de cuatro ejemplares, rostros que irían a la vanguardia.

Habiendo transcurrido cinco años consecutivos proscrito del cuadro de mérito al rendimiento escolar, consumido por la ludopatía, pornografía e insuperable abulia, salvando el ausentismo a clases en los repechajes de verano, fue absoluto designio del destino que el compañero a quien resguardaba se sintiese intimidado por la presión y decidiese cambiarse a la esquina opuesta y accediese El Autor, a una ubicación que le granjearía privilegiada ubicación para protagonizar un acto irrepetible.

La historia del cómo conseguí salvar el año de un vergonzoso fracaso merece una publicación aparte.

Hasta entonces, una fotografía para ilustrar la ceremonia.



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2. Abjuración: (´08 - ´10)

Conforme puede apreciarse en la línea editorial, antes incluso de haber subsanado las materias pendientes para recabar el certificado oficial de estudios requisito necesario para continuar a la formación superior, El Autor ya había decidido emanciparse de cualquier dogma que restringiera el ejercicio de libre pensamiento. No se figuró mejor manera de iniciar la nueva etapa que mandarse a marcar la piel de forma permanente e irreversible en un estudio clandestino de Miraflores.

La bravuconada se me esfumó del rostro tan pronto como fui invitado a retirarme definitivamente del club de fútbol cuando el entrenador comprobó la mentira bajo las vendas y supo anticipar acertadamente futura rebeldía a la subordinación.


Entonces, habiéndose esfumado el sueño de niño, con el orgullo herido de gravedad, decidí alejarme de esa puerta para no volver jamás y sin prever las consecuencias, me conduje hacia un sendero distinto, engañoso y asfixiante.

El Autor consiguió un empleo de oficinista en el sector privado apenas adquirida la mayoría de edad.

Tras la inolvidable experiencia de aperturar una cuenta bancaria y recibir el primer abono, ocurre en el imaginario una redistribución de prioridades, partiendo desde el término a la dependencia de eventuales propinas al manejo eficaz de un presupuesto mensual propio para transporte, alimentación, vestimenta y ocio.

Por aquellos días, la Copa Mundial de Fútbol se disputaba en SurAfrica, imposible espectar la transmisión en vivo de los partidos ni las repeticiones nocturnas, el fútbol quedó relegado por la obligación de una responsabilidad remunerada.

Esto ocurrió una mañana del mes morado, cuando el tránsito se veía insalvablemente afectado por las multitudinarias procesiones en el centro histórico; un pensamiento asaltó la mente mientras esperaba en el paradero del bus:


Uno puede prescindir de la Fe… no es necesaria en realidad… basta con conseguir un empleo, cumplir el horario y administrar eficientemente el ingreso para que las cosas marchen bien…

Doce meses después, la teoría fue puesta a prueba.

Despedido por primera vez e incapaz de engancharme fácilmente en otro, concurrí al templo nazareno para replicar el acto de fieles y devotos, una súplica que rezaba así:

“Concédeme un milagro.”

3. Predador Sexual: (´11)

Días después del pedido rogatorio recibí por teléfono una invitación a una entrevista, un puesto para el cual afortunadamente no estaba calificado. La profesional de la psicología deslizó una propuesta alternativa:

¿Te gustaría ser parte de un proyecto piloto sin ser parte del cliente que te contrata?

Ella precisaba reclutar un equipo de jóvenes entusiastas, o sea, ingenuos e inexpertos.

El Autor precisaba agenciarme un ingreso fijo para pagar las boletas mensuales del instituto al que me había inscrito para aprender el ABC de los negocios.

“Adelante” – le dije.

Al día siguiente concurrí a la inmensa torre Continental de la Panamá Republic Ave.

Para recibir una capacitación express de tres días sobre el asunto de la canalidad/Autoservicio.

Además de la docena de varones reclutados en Lima Metropolitana acuden a la cita una docena de agraciadas féminas que prestarán el mismo servicio en sus respectivas regiones de origen. La única ocasión para la camaradería y flirteo ocurría en la larga mesa del menú #01 que ocupábamos para el almuerzo. Apenas tres breves oportunidades para disputarse la atención de la hermosura destacable, Miss ChiclaEl Autor.

Ignoraré a perpetuidad la autoría intelectual de la celebración de clausura de la capacitación en una discoteca del muy conveniente distrito de las citas furtivas de Lima.

Más que ignorancia, desdén por participar en la reunión, me encontraba cenando descalzo en la mesa del hogar cuando sonó el móvil que había recibido para el empleo, me sorprendió oír del otro lado, apabullante sonido y la frágil voz de Miss Talara que reclamaba justificación a mi ausencia. Aparentemente, ya se habían formado las parejas y ella era la única que se aburría.

Dicta el manual de buen caballero que ninguna doncella debe retirarse de un baile sin haber danzado una pieza.

De un bocado engullí el resto de la cena, calcé los zapatos y de un brinco llevé el saco puesto, embarqué en un taxi y acudí al lugar. Cuando ubiqué la mesa comprobé que el ánimo festivo ya se había diluido, alcancé a registrar una escueta expresión: “Limeñitos presumidos” proferida por la menos agraciada del baile – Miss Arequipa – quien se había encargado de despreciar los galanteos.

Hastiada de la mala onda, Miss Talara se levantó de la mesa, me tomó de la mano hasta fuera del local y me pidió llevarla a un lugar donde pudiese olvidarse del mañana.

Pues bien, diametralmente alejados del pesimismo characato, en otro local, con otra música, ella dio rienda suelta al reprimido deseo del baile de fricción y la bebida. Un par de horas después, ya satisfecha, me pidió llevarla a descansar a un hostal cercano.

Su estado era tan precario al andar que tuve que cargar literalmente con ella un par de cuadras hasta el sitio.

Dentro del ascensor, el teléfono suEl Autor repicaba incesantemente, me hizo saber que era su celoso novio que controlaba remotamente cada uno de sus movimientos en su primera visita a la ciudad capital.

Supuse un ajuste de cuentas pendientes por infidelidad, empero me pareció más conveniente no abordar el asunto, una vez dentro de la habitación, se condujo sola hacía el baño, se desnudó completamente, se tendió en la cama y balbuceó algo ininteligible que interpreté como: “No existe el Mañana.”

En un santiamén se gatilló el feroz deseo carnal nublando cualquier resquicio de pudor y respeto por el ser desvalido.

Este testimonio es verídico:

En tales circunstancias, sin miradas indiscretas que pudiesen intervenir para evitar el acto a punto de consumarse, ni resistencia, más bien, inconsciente predisposición del voluptuoso cuerpo desnudo tendido, ocurrió un cortocircuito entre el ordenador y el miembro periférico, impasse coadyuvante a que El Autor proceda de manera inverosímil: Con un beso en la frente y un susurro al oído me despedí de la poseedora de memorable belleza norteña mientras caía arrullada por Morfeo.

Al día siguiente, fresco y vistiendo limpio como si nada hubiese ocurrido – nada ocurrió de hecho – observaba fuera desde el interior de una oficina bancaria del Callao cuando recibí un mensaje de texto de quien volaba de regreso a Piura. Palabras inconexas que deberían ordenarse así:

“Lo que pasó, pasó… Olvídame… Gracias…”


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4. Impenitente Senior: (´12 - ´16)


Tras un parpadeo, me he sorprendido de haber recordado algo que ya había olvidado por la vorágine de la rutina, tres años después.

Todavía visto el mismo uniforme y presto el mismo servicio de intermediación bancaria pero ya no más en el Callao donde presencié durante doce meses tantos excesos vinculados al dinero y la prostitución.

No fue casualidad, que un SubGerente lograse desviar virtualmente cifras millonarias a cuentas de vedettes de moda y obtuviese prestaciones sexuales.

En fin, al asunto que nos atañe ahora ocurre también mirando a través de las mamparas de una oficina bancaria.

Un vigilante dialoga con una mujer que parece ser compañera por la cercanía de sus rostros, ambos agobiados por la necesidad. Ella parece convencerlo de un acto desesperado en la oficina donde me encuentro. El uniformado camina lentamente hacia mis dominios, con mano temblorosa extrae del bolsillo un plástico imantado, lo inserta dentro de una máquina, digita cuatro números y presiona botones, el último confirmará la orden, dubitativo se persigna, ajusta y cierra los ojos, la súplica parece haber surtido el efecto deseado, el sonido del dispensador repercute en su estado de ánimo, una vez completada la transacción, con los billetes calientes dentro del bolsillo, su apresura a compartir la felicidad con la triste mujer que espera fuera; sin temor al error en la lectura del pensamiento:

“Dios, oyó y atendió mi pedido.”

Sin embargo, tras un nuevo salto de tres años hacia el porvenir, el designio del Destino me llevó a descifrar el tinglado que compone el aparente milagro de las oraciones atendidas.

Un nuevo empleo alejado de la atención a los clientes externos me ha colocado en una silla roja desde la cual, además de emitir y liquidar facturaciones, debo calcular el pago de la planilla mensual de trabajadores y procesar la puntual distribución a las cuentas individuales.

Nada loable ni milagroso guarda ese insulso quehacer de escritorio, más, sirve para afirmar el siguiente postulado:

“Dios es bueno y/o justo en función a la adecuada satisfacción del sistema de recompensas de cada ser humano.”

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5. Confesión: (FEB 20´)

¿Cuál habría sido la maquiavélica entidad responsable de la creación del nuevo virus con forma de corona?

¿Cuánto más se incrementará su patrimonio en desmedro de la Humanidad?


Preguntas que zumbaban en la mente mientras aparentaba encargarme eficientemente del manejo de residuos sólidos.

La producción había disminuido a la par del consumo de la ciudadanía.

La jornada laboral se completaba a las 16horas, restaba una tediosa brecha entre el minutero y la salida, así que cargaba el carrito de gomi/basura con clamorosa parsimonia.

Advertido el jefe de mi apatía, envió a un paisano a asistirme en la tarea que no requería manos ni tiempo extra. Juntos empujamos los carritos al ascensor y descendimos a las mazmorras de la fábrica de alimentos. Entre idas y vueltas, iniciamos una amena conversación intermitente, el tema era la bioprogramación y como él había aprendido ejecutarla en Córdoba, ARGentina, donde fue iniciado en el ministerio.

Hacía un mes, mientras cumplía con la orden de instruirme en el servicio, se había presentado como verídico sacerdote de Cristo, eso implicaba que era proscrito a la curia romana, desde entonces despertó empatía aunque albergué cierta incredulidad por la incongruencia de sus historias y la labor compartida.

El está convencido -y lo afirmará hasta el final de sus días – que su maestro es el mismísimo Jeshua reencarnado en el siglo XX con apariencia de europeo ibérico de nombre común, ocupado en la impartición de misterios metafísicos a través de seminarios virtuales.

La conversación culminó al colocar los carritos en su lugar. Subimos juntos hacia el vestidor y nos despedimos hasta la siguiente jornada. No volveríamos a compartir faena por mucho tiempo.

Transcurrieron tres semanas hasta que coincidimos en el comedor para el almuerzo de las 9horas. Lo encontré apesadumbrado, no mostraba su habitual afabilidad, necesitaba desahogarse, su relato suscitó compasión, sufrimiento de padre bondadoso mal correspondido por el reprochable comportamiento de sus ingratos hijos, no me atreví a interrumpir su soliloquio, prosiguió narrando cuan infeliz se sentía por el desarraigo, dos décadas de impotencia y amargura en una isla donde había conocido al Maligno, abrazó la idea del suicidio para finiquitar el sufrimiento, descendió del bus de la fábrica e ingresó a la estación del tren, caminó por el andén decidido a ultimar una existencia deslucida, sin sentido y sin esperanza, cuando las luces del vagón iluminaron la oscuridad del túnel, arrastró pies de plomo hacia la vía, antes de dar el último salto, quedó suspendido por un estupor de oreja a oreja, todo el ajetreo alrededor ralentizó, una potente esfera lumínica penetró en su pecho y se diseminó hacia las extremidades, levitó en el aire, cuando sus pies golpearon el suelo, se reanudó la vorágine. Había recibido la Iluminación.

“Esa noche experimenté lo más maravilloso que pueda existir en el Universo, recibí AMOR, conocí al Creador…”

Ese día, volví a creer en la omnipresencia de Dios.


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6. Homosexual: (SET 19´)

Imagine que se le concede ingreso a una casa aristócrata otrora fastuosa hoy ruinosa, piense en la Quinta Heeren por ejemplo, el predio luce aparentemente deshabitado.

Usted se siente tentado a cargar con todo lo que puede serle provechoso sin pagar por ello.

Antes de cruzar la puerta, una entidad metafísica le aplica el cobro vampírico por su osadía de intromisión y usufructo.

Acepte esta metáfora como una explicación a la curiosidad general por saber que ocurre cuando uno ingiere la decocción de plantas conocida como Ayahuasca.

Descender al Infierno no es cosa que deba tomarse a la ligera.

Atienda esta invocación: Absténganse en salvaguarda de su salud mental y espiritual.


Nadie me obligó a trasladarme a Puerto Maldonado en Julio del 16´ ni mucho menos adentrarme a una maloliente casucha donde se llevaría a cabo tenebrosa ceremonia celebrada con el aporte de diez latinoamericanos ávidos de fuegos artificiales en las neuronas.

Pero ahí estoy, con un vaso cervecero servido a la mitad con una viscosa sustancia de sabor vomitivo insuperable.

Minutos después, la noche se hizo más lúgubre, el aprendiz de maestro agitó una rama de shapaja, empezó a cantar y los demonios fueron liberados. La Oscuridad había sido conjurada.

Al amanecer, una de las participantes yacía tendida, incapaz de incorporarse del efecto.

Antes de retirarme de la comunidad, me despedí de una hermosa fotógrafa chilena quien se arrepintió de participar en último momento.

Me pide una colaboración a su catálogo, acepto y captura una tímida sonrisa que compartiría meses después por correo.


De regreso en Lima, reanudada la agitada rutina laboral recibí una escalofriante visita durante las horas de sueño.

La impresión del miedo cerval me llevó a punto de infarto cardiaco, algo ocurrió en mi lóbulo parietal izquierdo, desde entonces quedé discapacitado para memorizar idiomas extranjeros.

Algo más ocurre, ¿De qué se trata? Una idea que ha sido inoculada a nivel subconsciente, desde entonces bulle en mi interior vociferando: Homosexual.

Mientras recorro las calles me consuelo repitiendo que es en vano resistirse a lo insalvable.

Debo hacerme la idea de la conversión y aceptarla. Al avistar a un varón a la distancia, me fijo en él y me pregunto si despierta atracción, nada, me fijo en otro, tampoco, en ese otro aquel que va en la acera de enfrente, solo siento nauseas de andar cuestionando mi sexualidad.


“La Homosexualidad es causada por demonios que profanan y pervierten la mente a través de objetos malditos de toda clase (...) es necesario practicar un exorcismo para expiarlos.”

Eso había dicho el sacerdote mientras amasábamos el arroz en la cocina de la fábrica.

Resulta vinculante que el espectro que irrumpió esa noche en mi habitación para reclamar mi Alma, luciera precisamente el desfigurado rostro mundialmente famoso por la película de terror que no citaré para profanar esta publicación.


No sé porque estoy recordando todo esto...

Debe ser porque he vuelto a La Amazonía, estoy sentado a la luz de una vela esperando por mi turno de la “purga”, allí está, contenida en una botella de plástico, el Maestro me alcanza una copita servida, ¡glup!, ya está dentro mío veremos que pasa ahora.

Después de unos minutos, el viejo Maestro inicia el ritual entonando canto con voz gutural, el vecino lanza un alarido de susto cuando una Pantera se materializa de la nada bajo su hamaca y de un salto atraviesa la pared, una inmensa anaconda repta bajo la puerta seseando, un indio guerrero coloca una flecha y tensa el arco amenazando a quien se atreviese a interrumpir la sesión, El Autor no ha visto a ninguno, lo único que se manifiesta es un mosquito que aguijonea mi tabique, succiona sangre caliente y al volarse saciado ha desatado una erupción volcánica.

¡Glup! Otra más, porque el efecto no enciende; más, cuando devuelvo la copa observo con asombro que el viejo se ha transformado en un portentoso árbol, no alcanzo a distinguir su rostro pero oigo su voz, continúa cantando …

Una semilla germina, brota un tallo que se estira, brotan un par de hojas, brota un bulbo, florece una rosa roja, entre los pistilos, una gota de rocío, dentro de ella, un rostro, una mirada que sonríe desde el interior, sentimiento pletórico colma mi espíritu, ella es mi Madre que ha florecido frente a mis ojos, me siento reconfortado y a salvo en su presencia, quisiera quedarme allí por siempre.

Algo se manifiesta de súbito, la atmósfera se enturbia, el color rojo de los pétalos de la rosa se marchitan, caen y dejan lugar al metálico tungsteno, una sustancia vaporosa se asienta sobre mi cabeza, de la oscuridad emerge una esfera que se desliza por un túnel oscuro, oigo una voz sin género invitándome a la calma, “todo va a estar bien, solo déjate llevar.” Mientras la luz continúa aproximándose lentamente, una sensación de calor empieza a dilatar mi ano, no lo estoy imaginando, está ocurriendo en realidad.

¡Fuera, m&*rd@!

Palabras que al pronunciarse se transformaron en rugido bestial.

Se cortó el efecto del trance, observo alrededor, estoy acostado de espaldas en una frazada sobre el piso de cemento. Me pregunto mentalmente por el Hombre-Arbol, recibo como respuesta un ronquido en la habitación contigua, pregunto si presenció lo que acababa de ocurrir, entonces pude ver a mis pies a la Pantera de colmillos resplandecientes y comprendí que el rugido había sido suEl Autor y mío también.

El Hombre-Arbol habló por última vez:

“Duerma ahora, don Cavernicola, ha sido suficiente por esta noche…”

Finalmente había recibido Arutam, el espíritu protector para las batallas espirituales.


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7. Epílogo:

Esta es la lección que he aprendido:

La noción que hemos fijado en el imaginario acerca del tiempo, es lineal y la proyectamos hacia un porvenir en el que se ansía alcanzar el ideal de éxito y el bienestar.

Sostengo, en base a las innumerables enigmáticas pistas halladas en el recorrido del sendero, que la experiencia que llamamos vida transcurre en el sentido de una línea circular imperfecta:

Una espiral en la que pasado-presente-futuro y plano onírico coinciden en simultáneo y se retroalimentan por el cordón umbilical de la Consciencia.

Existen brechas en las cuales accedemos a momentos atemporales que contribuyen a una percepción más nutrida y ligera, en la que uno desiste de encontrar respuestas a un sinfín de preguntas y por un breve e insignificante instante que resulta suficiente, el ser humano sintoniza la frecuencia del Kosmos del Ser Supremo.

A través del plano onírico, interactuamos con la sustancia del Universo, nuestros cerebros almacenan en la memoria -acorde a la fruición del intelecto- los movimientos celestes codificados en sueños.

Algunos premonitorios, otros entrañables y sublimes, otros desconcertantes por la inviabilidad de concreción en la dimensión conocida pero plausible en alguna paralela.

Esta atrevida aseveración desde el punto de visto de quien creen en la consciencia Universal y la Reencarnación.


Prestemos atención al imaginario de quien no desperdicia energía cinética en lo etéreo:

Retirando del plano de observación el Génesis y el Destino.

Centrémonos exclusivamente en la experiencia humana que llamamos Vida.

De la cuna a la tumba, aprendizaje perenne.

Erramos, corregimos, rehacemos con acierto y/o propensión a un nuevo yerro.

Nadie nos preguntó en primer lugar si quisimos participar de este juego, pero ya estamos inmersos.

¿Cuál es el objetivo?

No está del todo claro por la limitación de la planicie desde la que se observa.

Pero tomando en consideración el testimonio de los ancestros, parece que el objetivo común es aprender el arte del buen vivir, esto es, conducirse con prudencia (salud), fraternidad (amistad, afecto), y solvencia (dinero), la sabiduría es un preciado adicional.

He aquí el detalle: No se aprende memorizando teorías sino errando en la práctica.

La seguidilla de desavenencias compone el argumento de la minúscula percepción de una historia individual: El YO.

Cuando la trama llega al final, se espera cumplir el mejor de los pronósticos, haber alcanzado y comprobado la receta de la maestranza.

Sin embargo excepciones (Siddartha Gautama, por ejemplo) el logro acontece al final del recorrido, en la antesala del crepúsculo, con el vehículo/cuerpo vetusto e inservible mas que para el ejercicio de evocación y remordimiento.

Solo entonces se experimenta la catarsis de la levedad del ser frente a un vacío anti gravitacional que bulle en alborotadas partículas que escrutan la materia de la que estamos hechos.

Ha llegado el momento del justo pesaje del comportamiento.

Lo que hicimos y lo que dejamos de hacer en balance a lo ofrecido y producido.

El resultado dictaminará la siguiente estancia del interpelado.


Alguna vez oí filosofar a un hombre del s. XVIII que así hablaba:


“Imagine Usted que su existencia está predestinada a reanudarse hasta el infinito.

¿Cómo se sentiría de saberlo de antemano?”

El interlocutor respondió: “Sin duda, absolutamente miserable.”

“Bien, ahora entiende como me siento a diario…”


Siglos después, surgió otra voz inspirada por esta teoría que ensayó así:


“Abordemos el asunto de la muerte

partiendo de los testimonios de personas que estuvieron próximos, algunos incluso oficialmente muertos (…) describen el desprendimiento del cuerpo, una vorágine de aceleración por una larga oscuridad en el que solo se alcanza a vislumbrar una luz al final del túnel,

incertidumbre aunada a la sensación de retorno a la fuente del AMOR absoluto.

Pues bien, imagine Usted, que esa Luz no es la salvación definitiva que parece, sino

luz artificial que ilumina la sala de parto en el alumbramiento en el que Usted está próximo a renacer.

¿Tendrá mejores opciones para el éxito en esta ocasión?"

¿Acaso ambos seres humanos de edades distintas comparten la misma identidad cósmica?

Estamos aproximándonos…


Existió alguna vez un hombre ilustre que se jactaba, no de lo que escribió sino de lo que hubo leído.

Aperturó una de sus narraciones con magistral ingenio:


“Era un hombre, como todos los hombres de la historia, que nació para superar muchas adversidades.”

¿Lo ha entendido?

¿Más claro o más desalentador?

¿Ahora comprende porque este título estaba reservado para un lector entrenado?


Pues bien, una vez desvirgado proceda a enmendar su Karma con miras hacia una experiencia humana más benigna.

El desenlace está ocurriendo ahora mismo.

¿Por qué persistir en distraerse en minucias?


Si Usted ha llegado hasta este punto de la lectura, lo invito al último ejercicio.

Imagine que desde que amaneció,

ya jugó, comió, bebió, se ensució y aprendió a limpiarse y a valerse por sí mismo,

una vez saciado el paladar de todos los placeres habidos y por haber,

Ud. se ha percatado que pasó todo el día ocupado en el deleite personal.

las últimas luces del día colorean el horizonte.

¿Qué hará?

¿Caminará para presenciar la puesta del sol, ó

perderá la ocasión regodeándose para el mañana?


Sea Aquí y Ahora.


A M E N


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